Nuestro ejemplar había ingresado el pasado 18 de mayo, procedente de Chinchón (Madrid) y tenía una fractura en el ala que le impedía volar. El equipo de enfermería de GREFA le atendió con mucha atención y le vigiló a diario, dándole de comer tenebrios (lo de ir a cazar abejas por el monte, como que no era el momento) que extraordinariamente ingirió sin rezongar. No fue un éxito menor, ya que no es nada fácil conseguir alimentar a esta especie.
Las cosas se iban a poner de cara para nuestro distinguido paciente: llevó un vendaje durante tres semanas y, después de unos días de entrenamiento, pudo volar de nuevo y todo el equipo que lo atendió quiso asistir a su liberación. Es para esos grandes momentos que trabajamos a diario. Además no entran más de unos diez abejarucos al año en nuestro hospital de fauna, así que este día fue aún más especial para nosotros. ¡Le deseamos lo mejor!