En cuanto la zorrita ingresó en el Hospital de Fauna Salvaje de GREFA, nuestro equipo veterinario se puso manos a la obra para salvarle la vida. Con la administración de fármacos conseguimos corregir las convulsiones y el lentísimo ritmo cardíaco del animal. Ya estabilizada, fue instalada en la UCI de nuestro hospital de fauna, donde permaneció varios días. Gracias a una adecuada alimentación e hidratación, la zorrita mejoró bastante pero la alegría no duró mucho tiempo. De repente perdió el apetito y una grave diarrea empezó a debilitarla de nuevo.

Había que investigar a fondo cuál era la causa de este empeoramiento y la clave nos la dio un análisis de heces que reveló la presencia de parásitos digestivos. La desparasitamos con la esperanza de que ahí estaba la solución pero nuestra paciente seguía muy delgada y débil. ¿Qué más podíamos hacer? Buscar parásitos sanguíneos era el siguiente paso y con la analítica que le realizamos dimos en el clavo. Un parásito que coloniza los glóbulos rojos estaba haciendo que nuestra paciente no consiguiera remontar. La nueva medicación que se le administró nos volvió a dar esperanzas y en un principio parecía que estaba acabando con el problema, pero no fue así.

No tiramos la toalla

El tiempo pasaba y aunque el animal estaba algo mejor no conseguíamos que ganara peso y de nuevo volvieron las diarreas. Sin embargo, no tiramos la toalla y seguimos investigando. Un nuevo análisis de heces dio positivo en otro parásito digestivo. Esta vez encontramos una gran cantidad de coccidios, que tratamos con el fármaco indicado en esos casos. A partir de ese momento, todo cambió. Nuestra zorrita recuperó el apetito, ganó peso y, sobre todo, se volvió a comportar como un “auténtico” zorro: destrozó los comederos, el transportín, la cama donde dormía… en fin, todo lo que se espera de un animal salvaje.

Por fin llegó el gran día

"Foxy" espera en su transportín antes de ser liberada."Foxy" espera en su transportín antes de ser liberada.Fueron más de dos meses de dedicación por parte de veterinarios y voluntarios cuidando a la zorrita. Por cierto, los compañeros que la atendieron el día de su ingreso decidieron llamarla “Foxy” y no se lo pensaron dos veces para apadrinarla. Gracias a ellos fue posible cuidarla y llevar a cabo su costosa recuperación.

“Foxy” estaba cada vez mejor y cuando ganó el peso suficiente decidimos que había llegado el gran momento de su liberación. El lugar elegido fue la finca de una de sus madrinas que también es voluntaria en la enfermería, situada en Colmenar Viejo (Madrid) y que no está sometida a explotación cinegética. Allí nos reunimos el pasado 17 de diciembre tanto los que participamos en su recuperación como los que no se querían perder ese esperado acontecimiento. Ya en la finca, nuestra superviviente no tenía muy claro si salir del transportín, pero al final lo hizo y tímidamente se alejó muy despacio hasta adentrarse entre unos arbustos. Fue un gran momento de felicidad para todos los que estuvimos allí y queremos compartirlo con vosotros en este vídeo que os dejamos a continuación.

Queremos dar las gracias a todos los que, con vuestro trabajo y empeño durante esos dos meses hicisteis posible que “Foxy” volviera a la naturaleza. ¡Mucha suerte en tu nueva vida, amiga!

Voluntarios y personal de GREFA, con el transportín de “Foxy” a sus pies, momentos antes de la liberación.Voluntarios y personal de GREFA, con el transportín de “Foxy” a sus pies, momentos antes de la liberación.