A pesar de que la sintomatología del animal no era grave, la vida del mismo se vió comprometida debido a que no comía el distinto alimento que le ofreciamos.  A pesar de intentar estimular su apetito de distintas maneras, nos vimos obligados a forzarle alimentación para que el paciente no siguiera perdiendo peso y, por tanto, debilitándose. Una coprología demostró que además estaba parasitada, por lo que comenzamos con el tratamiento adecuado.

En anteriores ocasiones ya nos habíamos encontrado con animales de esta misma especie que nos dificultaban su alimentación en cautividad, puede que el estrés, o tal vez no identificar el alimento como tal, haga que las águilas calzadas no coman bien cuando están ingresadas.

Al fracasar todo intento de que comiera por si misma, utilizamos una técnica que en otras ocasiones había funcionado. Juntar al animal con otro de su misma especie que se alimentase con normalidad, y esperar que este fuera estímulo suficiente para que comenzara a comer. Nos valimos para ello de una águila calzada que ingresó el año pasado, un ejemplar troquelado con falta de plumas en una de las alas, que también había presentado problemas para comer en el momento de su ingreso.

Un par de días después de juntar a nuestras rapaces, el ejemplar disparado comenzó a comer con voracidad.

Terminado ya el tratamiento y habiendo recuperado su peso inicial, el paciente estaba listo para pasar al departamento de rehabilitación, sin embargo, la casualidad quiso que ingresara un nuevo ejemplar de águila calzada, esta vez con una fractura abierta de muy mal pronóstico, que nuevamente se negaba a comer.

Águilas_calzadas en GREFA

En esta ocasión, visto el éxito de la operación anterior, decidimos que nuestra anterior paciente, pasara a ser la compañera y "maestra" de su desventurada hermana. Ni 24 horas hubo que esperar para contemplar los beneficiosos efectos de su compañía sobre el apetito de nuestra última paciente. En la actualidad, tan sólo esta última se encuentra ingresada en el hospital, ya que sus congéneres se encuentran recuperándose en el departamento de rehabilitación.  

Es una curiosa historia, las rapaces, animales cazadores que luchan por obtener la mejor presa y compiten entre ellas, hermanadas para aprender a sobrevivir en un entorno extraño, en el que, por mucho que queramos, para ellas somos su amenaza. Quien les disparó, quien los mantuvo en cautividad y dañó sus plumas, quien puso los cables contra los que chocaron. Para ellas somos su lógico enemigo, y la esperanza en esta aciaga circunstancia, sus hermanos de libertad.