La avutarda presentaba una deshidratación del 6%, de modo que hubo que empezar con una terapia de rehidratación. Hay que tener en cuenta que es una especie muy sensible al estrés, con el riesgo de que sufra un fallo cardíaco repentino o la enfermedad denominada como “miopatía de captura” y, como consecuencia, la muerte del animal. Por este motivo hemos intentado minimizar la manipulación del ave y adecuar la instalación para su confort.

Tras un periodo de aclimatación forzándole a alimentarse, durante el que se temió por la vida del animal debido al estrés, se consiguió que la cría empezará a comer por si sola. Para ello se introdujo en la instalación una maqueta de un adulto de avutarda, en este caso una figura de un macho, y dos ejemplares de paloma, de modo que la joven avutarda aprendió a picotear el alimento que le íbamos proporcionando mediante conducta de imitación.

El alimento que se le está aportando consiste en semillas y granos de cereal como trigo, maíz, avena, mijo, alpiste, así como diferentes leguminosas, también piensos para granívoras e invertebrados como tenebrios, zophobas y grillos. La evolución está siendo favorable y el volantón ya pesa 1.140 gramos. El pronóstico del ave, pese a la buena evolución que está teniendo, sigue siendo reservado debido a la joven edad del animal y a la sensibilidad al estrés que presenta la especie.

Es importante tener en cuenta que como en otras muchas ocasiones con pollos volantones, nos encontramos posiblemente ante un ingreso bienintencionado, pero innecesario, que podría haber costado una valiosa vida. Las avutardas, al ser especies nidífugas, escapan pronto del nido pero eso no significa que se encuentren solas. Los padres suelen estar cerca de ellas encargándose de su cuidado. Como otras veces, las buenas intenciones de las personas que la encontraron han separado al joven de sus familia, así como de su libertad.

Dibujo de una pareja de avutardas. Autor: Archibald Thornburn.Dibujo de una pareja de avutardas. Autor: Archibald Thornburn.