Lo habitual cuando se habla de lo mejor de la naturaleza de la Comunidad de Madrid es pensar en las cumbres de Guadarrama, en los bosques del piedemonte de la sierra o en los encinares y dehesas de zonas tan emblemáticas como El Pardo. Pero existe un Madrid mucho más desconocido que atesora una biodiversidad igual de valiosa y posiblemente más sorprendente. Hablamos por ejemplo de esas extensas zonas de páramos, campiñas y vegas fluviales al sur de la región, donde aún se mantienen amplias superficies dedicadas a la agricultura de secano que dan cobijo a una biodiversidasd diferente, como es la ligada a ambientes agrícolas o esteparios.

Hoy acompaño a Fernando Garcés y Juan Martínez Dalmau en un recorrido por uno de esos parajes madrileños olvidados, como es la comarca de La Sagra, cuyo territorio compartido con la provincia de Toledo acoge una interesante población de avutardas y sisones que viene siendo censada desde hace más de cinco años por los naturalistas de GREFA. En este paisaje desarbolado y solitario, pero con las cicatrices al aire de grandes infraestructuras como autopistas y trenes de alta velocidad, nos sirve a menudo de referencia espacial el castillo del pueblo de Torrejón de Velasco, edificio histórico que alberga la mayor colonia de cernícalo primilla de toda la Comunidad de Madrid, por encima de las treinta parejas.

Estos censos de aves esteparias son uno de los proyectos que GREFA lleva a cabo en el Parque Regional del Curso Medio del Río Guadarrama y su entorno. Los muestreos tienen como principal objetivo el seguimiento a lo largo del año de los dos núcleos reproductores (leks) de avutardas que se conocen en la zona de Torrejón de Velasco. Ambos conforman la base de la población de la especie presente en La Sagra madrileña. Las otras dos grandes poblaciones avutarderas de la Comunidad de Madrid están algo más al norte y al este de la región, en la zona de Campo Real y en la ZEPA “Estepas cerealistas de los ríos Jarama y Henares “.

Las avutardas de la Sagra madrileña se censan mediante transectos desde un vehículo, dos veces al año: la primera entre marzo y abril, que es cuando los machos se reúnen en los leks para reproducirse con las hembras; la segunda en agosto, con los pollos del año ya nacidos. En 2013, se contabilizó una población de unas 180 avutardas entre ambos leks, casi el 60% hembras, lo que da una idea de la magnitud de este núcleo de La Sagra madrileña.

El otro gran tesoro de la avifauna esteparia de la zona es el sisón, que es también objeto de seguimiento. Aunque también se censan en agosto, al mismo tiempo que las avutardas, cuando los conteos son más efectivos es en pleno invierno, aprovechando la formación de grupos mixtos más o menos grandes de estas aves, relativamente fáciles de observar en zonas como alfalfas y barbechos. Aunque es la época buena y recorremos durante la jornada alguna de las mejores zonas de sisón, la suerte no nos acompaña hoy a la hora de avistarlos. Lo que si nos hartamos de ver son campos de cultivo cubiertos de lodos que se suceden uno tras otro en nuestro trayecto. Son vertidos procedentes de depuradoras y mucho nos tememos que poco deben beneficiar a la biodiversidad del lugar, más bien al contrario.

Machos de sisón  persiguiéndose en un cultivo del término municipal de Cubas de la Sagra (Madrid).Machos de sisón persiguiéndose en un cultivo del término municipal de Cubas de la Sagra (Madrid).

Unos 20.000 euros en tres años

Precisamente en algunas de las zonas cubiertas de lodos por las que pasamos hoy se da la circustancia de que en los últimos años se habían beneficiado de la apertura de una línea de ayudas agroambientales, promovida por GREFA con en colaboración con la Comunidad de Madrid. El objetivo era recompensar a los agricultores que decidiesen voluntariamente adoptar medidas favorecedoras para la avifauna más vinculada o dependiente de las zonas cultivadas de La Sagra. Para ello se contó con la colaboración de la Asociación de Agricultores, Ganaderos y Cazadores de Torrejón de Velasco.

En el plazo de tres años, varios agricultores de Torrejón de Velasco y Moraleja de Enmedio han recibido ayudas valoradas en unos 20.000 euros en total, como compensación a la adopción de medidas como el cultivo de veza en zonas de barbecho para favorecer la reproducción y alimentación de aves esteparias, entre ellas la avutarda y el sisón. La veza es además una leguminosa fijadora del nitrógeno, por lo que su cultivo enriquece el suelo agrícola.

Esta línea de ayudas ha funcionado entre 2011 y 2013 gracias al apoyo económico solicitado específicamente para La Sagra madrileña por GREFA, puesto que la Comunidad de Madrid es una de las pocas comunidades autónomas que aún no cuenta con un plan regional de medidas agroambientales. Lamentablemente, en 2014, como consecuencia de los drásticos recortes para actuaciones a favor del medio ambiente, incluso estas ayudas se han cancelado.

Concluimos la jornada de campo con el agridulce sabor de boca que deja comprobar cómo proyectos modélicos pierden fuelle ante el desinterés de unas administraciones poco o nada atentas a las necesidades de un medio natural medio bien conservado, pero con la convicción de que, como tantas otras veces, tendrá que ser el impulso de la sociedad civil el que esté a la altura de las circustancias.

Cultivo de veza en un lek de avutarda de Torrejón de Velasco (Madrid), que se ha visto beneficiado con ayudas agroambientales.Cultivo de veza en un lek de avutarda de Torrejón de Velasco (Madrid), que se ha visto beneficiado con ayudas agroambientales.

  

PARQUE REGIONAL Y CAMPO DE TRABAJO

Los censos de sisones y avutardas en La Sagra madrileña forman parte de las actuaciones destinadas al seguimiento de la fauna silvestre que GREFA lleva a cabo en el Parque Regional del Curso Medio del Río Guadarrama y su entorno, desde la creación en 1999 de este espacio protegido de la Comunidad de Madrid. Entre los trabajos que desarrolla GREFA en dicho parque regional en la actualidad destacan los censos de rapaces nocturnas y diurnas, además del seguimiento y vigilancia de las águilas imperiales que crían y se mueven tanto en la zona protegida como en sus alrededores. En 2013 se controlaron seis parejas reproductoras de esta especie amenazada, de las que tres criaron con éxito un total de siete pollos.