Para quienes trabajan en el campo con la fauna silvestre, tarde o temprano acaba apareciendo un animal que representa como ninguno a todos los de su especie. En GREFA conocemos a varios de estos ejemplares totémicos cuyos formidables historiales, con todo tipo de avatares, son bien recordados por los profesionales y voluntarios de esta ONG: el águila imperial Susana, el águila real Eufemia, el buitre negro Gala... En el caso de las águilas de Bonelli o águilas perdiceras de la Comunidad de Madrid, no es uno, sino cinco, los que han coincidido en el espacio-tiempo para hacernos ver desde ya y en los meses venideros los tremendos desafíos a los que se enfrenta una de las rapaces ibéricas más cautivadoras.

Una alianza de ONG, entidades y organismos trabaja duro para recuperar la población española de la especie en varias comunidades autónomas bajo el paraguas de LIFE Bonelli. "Los Cinco", nacidos todos ellos este año, fueron reclutados para este proyecto impulsado por la Unión Europea y han coincidido en la misma zona de reintroducción: la ZEPA “Encinares de los ríos Alberche y Cofio”, que otorga protección legal a buena parte de la Sierra Oeste de la Comunidad de Madrid. Pero, ¿quienes son realmente nuestros cinco jóvenes amigos? Rómulo, el mayor de todos, y su hermano Remo han sido criados en cautividad en las instalaciones de GREFA en Majadahonda (Madrid). Haza, la única hembra del grupo, y Játar han sido cedidos por la Junta de Andalucía tras haber sido extraídos de los nidos donde nacieron, donde por diferentes motivos sus vidas corrían peligro. Zahara, el más pequeño, ha sido criado por los compañeros franceses de la Ligue pour la Protection des Oiseaux (LPO), que también participan en LIFE Bonelli.

Hoy acompaño a Juanjo Iglesias y Emilie Delepoulle, los dos especialistas de GREFA encargados del seguimiento diario de "Los Cinco". Han pasado más de dos meses desde que fueron reintroducidos y todos ellos siguen vinculados al agreste monte de encinas y pinos donde se ha instalado el jaulón de adaptación (hacking) en cuyo interior estas águilas de Bonelli pasaron totalmente protegidas y bajo vigilancia constante sus primeros días en el hábitat natural. En las fechas en las que estamos –mediados de agosto– ya son capaces de volar por sí mismas, pero gracias a las observaciones directas y a los posicionamientos enviados por los emisores satelitales que llevan sabemos que siguen apegadas a la zona de liberación, frecuentando varios puntos donde a diario se les suministra la alimentación que necesitan hasta que empiecen a cazar por sí mismas.

La misión de "Los Cinco" es tremendamente arriesgada, porque muchas de las águilas de Bonelli reintroducidas que les precedieron para reconquistar el paraíso para las rapaces que por sus excepcionales condiciones de hábitat debería ser esta ZEPA han caído electrocutadas en un dramático goteo que no ha cesado año tras año. Muertes que no han sido en vano, porque gracias al acopio de datos trasmitidos desde sus emisores hoy se sabe dónde y cómo actuar. La pregunta que queda por responder es cuándo: esperamos respuesta de las administraciones competentes y de compañías eléctricas como Iberdrola o Gas Natural Fenosa, en las que recae la responsabilidad de corregir estos tendidos letales.

Si no recuerdo mal, son tan solo tres las parejas de águila de Bonelli que se reproducen en estado silvestre en territorio madrileño: una en el Monte de El Pardo, otra en la zona de Alcalá de Henares y una tercera en el valle del Tajo, aunque esta última nidifica en la provincia de Toledo. En poco tiempo, “Los Cinco” iniciarán los movimientos a más larga distancia propios de la etapa de dispersión juvenil. Si todo sale bien, lo ideal sería que con el tiempo se instalasen en la misma zona donde fueron reintroducidos y acabaran criando en ella. Contribuirían así a reforzar una población de la especie tan escasa como la de la Comunidad de Madrid. Pero mientras tanto me da por pensar que “Los Cinco” deben estar de momento bastante a gusto en la zona de reintroducción, sobre todo después de que Juanjo y Emilie me cuenten que han visto a algunos jugando con piñas, soltándolas y recogiéndolas entre ellos en pleno vuelo.

El águila de Bonelli Remo, en primer plano, es observada por un águila imperial joven posada en la rama de un árbol (foto: GREFA).El águila de Bonelli Remo, en primer plano, es observada por un águila imperial joven posada en la rama de un árbol (foto: GREFA).

EL CIELO ES DE LOS VALIENTES

Desde nuestro punto de observación situado a más de quinientos metros del hacking, la primera señal que recibimos hoy es la del emisor de Rómulo. Poco rato después descubrimos con el telescopio a otro de “Los Cinco” posado cerca de uno de los puntos de alimentación y a partir de ese momento vamos detectando en vuelo con nuestros binoculares a casi todo el grupo, a medida que trascurre la mañana y en el cielo van apareciendo decenas de buitres leonados, algunos buitres negros y milanos reales e incluso un ejemplar adulto de águila imperial, puesto que nos encontramos en la periferia de dos territorios de esta especie. Quien se hace esperar algo más es otra águila imperial, un juvenil en este caso, que días atrás andaba merodeando por la zona del hacking, donde incluso llegaba a arrebatar la comida que se le suministraba a las águilas de Bonelli.

Pero cómo han cambiado las cosas en poco tiempo y qué buenas sensaciones trasmiten "Los Cinco" en su paulatina adaptación al medio natural: vemos que dos de ellos –nos parece que son el macho Remo y la hembra Haza– se lanzan veloces hacia las dos águilas imperiales que han aparecido hoy por la zona. Compensan con valentía y decisión su menor tamaño, hasta el punto de que tras unos minutos de persecuciones mutuas y amagos de ataques logran expulsar a unas contrincantes a priori más poderosas.

Juanjo y Emilie se sienten unos privilegiados. Saben que observar día a día cómo cinco águilas de Bonelli interactúan entre ellas y con otras especies de rapaces es un raro privilegio del que solo podrán disfrutar hasta que el grupo se separe para meterse de lleno en esa peligrosa etapa de su vida que les llevará a buscar un territorio propio. Cruzamos los dedos para que lo consigan. Mientras tanto estaremos muy encima de ellas para no perdernos nada de lo que les tenga reservado el destino a cada una de estas cinco verdaderas pioneras.

Los técnicos de GREFA Emilie Delepoulle (segunda por la izquierda), Juanjo Iglesias y Manu Galán (quinto y sexto por la izquierda), junto con agentes de medio ambiente de la Comunidad de Madrid, con una de las águilas de Bonelli reintroducidas en la Comunidad de Madrid (foto: Grefa). Los técnicos de GREFA Emilie Delepoulle (segunda por la izquierda), Juanjo Iglesias y Manu Galán (quinto y sexto por la izquierda), junto con agentes de medio ambiente de la Comunidad de Madrid, con una de las águilas de Bonelli reintroducidas en la Comunidad de Madrid (foto: Grefa).

  


MÁS INFORMACIÓN
En LIFE Bonelli, el proyecto apoyado por la Unión Europea que está abordando de forma global la recuperación de la población española de la amenazada águila de Bonelli figuran como socios la Junta de Andalucía, la Comunidad de Madrid, la Diputación Foral de Álava, así como la empresa Gestión Ambiental de Navarra (Gobierno de Navarra), el Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona (GREFA), el COFIB (Govern de les Illes Balears) y la ONG francesa Ligue pour la Protection des Oiseaux (LPO/BirdLife Francia). También colaboran la Fundación Biodiversidad y el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. El proyecto se inició en 2013, concluirá en 2017 y cuenta con un presupuesto total de dos millones de euros. Toda la información sobre LIFE Bonelli se recoge en la web www.lifebonelli.org.

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