Cuando a primera hora de la mañana llegamos al lugar donde criaba la primera de las dos parejas de buitre negro cuyos pollos íbamos a marcar ese día con emisores satelitales, lo último que me esperaba era encontrarme con un nido a menos de cinco metros del suelo, en la copa de un pino indudablemente pequeño.

En principio, solemos asociar al buitre negro con el bosque mediterráneo, concretamente montes y dehesas de encinas y alcornoques de la mitad sur peninsular, por lo general a altitudes medias o bajas. Pero desde luego, no era el caso: estábamos a unos 1.500 metros de altitud, en un espectacular valle de montaña de la Reserva de Boumort, en la comarca del Pallars Jussá (Lleida), en pleno Prepirineo catalán.

Es más, por algún motivo, me había hecho a la idea previa de que para capturar al pollo habría que subir a uno de esos pinos descomunales que despuntan en las laderas serranas, quizás por una asociación mental con otra colonia de buitre negro emplazada en una zona de montaña que ya había tenido la oportunidad de conocer, la que existe en los pinares del alto valle del Lozoya (Madrid). Mientras el equipo técnico encargado de encaramarse al nido y marcar al pollo se preparaba, pensaba en lo sorprendente que es la naturaleza, siempre dispuesta a romper nuestras ideas previas.

La hembra Perla y el macho Portell han decidido criar este año en otro nido diferente al que lo venían haciendo desde que en 2010 sacaron adelante a su primer pollo: Gala. Fue el primer buitre negro que nació en su hábitat natural en Cataluña tras más de un siglo de ausencia de la especie en esta comunidad autónoma. Todo ello gracias a las reintroducciones de ejemplares que se vienen realizando desde 2007 en Boumort y también en el Espacio Natura de Alinyà. Esa misma mañana a Gala, que aún conserva en funcionamiento el emisor que le fue colocado en su nido hace tres años, pudimos observarla cerca de uno de los comederos para rapaces necrófagas abiertos en Boumort, en compañía de varios buitres leonados, a la espera de bajar a comer.

Entre setenta y ochenta días

El nido del segundo pollo que se va a marcar esa mañana dista del primero algo más de un kilómetro. Pero llegar hasta él no es ni mucho menos tan fácil, ya que está ubicado en un robusto pino que crece en la pared de un barranco profundo y estrecho. El nido es una plataforma artificial, reacondicionada el pasado otoño, y la pareja que lo regenta está formada por Neus y Oriol. Existe una tercera pareja que está criando con éxito en Boumort esta temporada en el contexto del proyecto de reintroducción del buitre negro en Cataluña. La forman Bruna y Corneli, pero a su pollo no se le colocará el emisor hasta dentro de unas semanas, ya que nació después que los de las otras dos parejas.

Es interesante saber que los pollos de buitre negro se marcan cuando tienen entre setenta y ochenta días, aún no los suficientes como para que que les dé por saltar del nido al manejarles, con el consiguiente riesgo para el ave. Pero a esa edad ya tienen casi completo su desarrollo corporal, con lo cual se les puede ajustar el arnés de teflón que va con el emisor, sabiendo que no van a crecer mucho más.   

Se nos va toda la mañana en el marcaje de los pollos, que se ajusta a un meticuloso protocolo: trepar al nido, introducir al ave en una bolsa para bajarlo al suelo con la ayuda de cuerdas, someterle a chequeo veterinario y extraerle sangre (para entre otras cosas, identificar a posteriori su sexo por análisis genético), colocarle el emisor (con un sistema de sujección basado en puntos de rotura que se desprende solo con el tiempo) y pesarle: siete kilos el pollo de Perla y Portell, medio kilo menos el de Neus y Oriol, ambos en aparente estado óptimo de salud y desarrollo.

Ración extra de codornices

Son más de las dos de la tarde. Con la devolución a su nido del segundo pollo, dejándole una buena remesa de carroña –codornices desplumadas– como compensación por las molestias, damos por terminada la operación de marcaje. Será esencial para el proyecto de reintroducción del buitre negro en Cataluña la información que estas aves suministren cuando abandonen el nido, emprendan sus movimientos dispersivos y, si todo sale como estaba previsto, acaben ellas mismas nidificando en la zona donde nacieron.    

Al caer la tarde, todavía tenemos la oportunidad de asomarnos a las zonas de cría y comprobar con satisfacción que los progenitores estaban con toda normalidad en los nidos (Portell en el primero y Neus en el segundo), dedicados al cuidado de sus respectivos pollos, como si ese día nada diferente hubiera ocurrido. 

La hembra de buitre negro Neus descansa en el nido con su pollo, uno de los que se han marcado esta temporada en la colonia de Boumort.La hembra de buitre negro Neus descansa en el nido con su pollo, uno de los que se han marcado esta temporada en la colonia de Boumort.

  

UN PROYECTO BASADO EN LA COLABORACIÓN

La reintroducción del buitre negro en Cataluña está promovida por el Departament d’Agricultura, Ramaderia, Pesca, Alimentació i Medi Natural de la Generalitat y por la Fundació Catalunya – La Pedrera. GREFA y Trenca son las dos ONG que participan en el asesoramiento y la ejecución del proyecto, junto con personal del Espacio Natura de Alinyà y de la guardería de la Reserva Nacional de Caza de Boumort.  Red Eléctrica de España participa de manera destacada con la financiación de los emisores que permiten hacer el seguimiento de los buitres negros del proyecto. El Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama) ofrece apoyo técnico en la captura y marcaje de los ejemplares. L’Estació Biològica del Pallars Jussà desarrollará próximamente diferentes labores educativas relacionadas con el proyecto.

  

PRESENTES LOS CUATRO BUITRES EUROPEOS

Gracias a este proyecto de reintroducción, el Pirineo catalán cuenta en la actualidad con 24 buitres negros, del casi medio centenar que ha sido reintroducido desde el año 2007. Esta zona ha pasado a convertirse así en la única de Europa donde coinciden como nidificantes las cuatro especies de buitres presentes en el continente (buitre negro, buitre leonado, quebrantahuesos y alimoche). Esta particularidad supone un atractivo poderoso para el creciente número de fotógrafos y amantes de la naturaleza que visitan la zona y contribuyen a su desarrollo sostenible.