Un equipo de GREFA se desplaza a Francia para resolver el misterio de “Carreu”
El sábado 24 de Enero de 2009 dos miembros de GREFA pusieron rumbo a los Alpes, desde los Pirineos de Lleida, con la intención de localizar a “Carreu”, el joven macho de Buitre negro liberado el pasado mes de Abril en la RNC de Boumort (Prepirineo de Cataluña).
Si bien este ejemplar porta un emisor vía satélite que proporciona a diario las coordenadas de sus movimientos, resultaba extraño que permaneciera durante tantas meses en un área muy reducida del Parque Natural de Vercors (Alpes franceses). El paraje, conforme mostraban las imágenes de Google Earth correspondientes a las posiciones GPS, comprendía una ladera rematada por cortados de escasa entidad y, frente a ella, una granja rodeada de pastizales con algo así como una jaula para animales domésticos al fondo. Y como “Carreu” ya nos había dado un buen susto en Junio, cuando fue rescatado de una piscina particular cercana a Grenoble, la única manera de calibrar su estado físico era visitar la zona e intentar localizarlo posado y/o en vuelo.
Por otra parte, el viaje era una buena ocasión para conocer en directo la marcha de los proyectos gemelos de reintroducción de buitres negros en Francia (Cèvennes, Baronnies y Verdon). Y, de paso, rastrear en ruta las posibles señales radiotelemétricas de “Baiarri”, otro Buitre negro liberado el mismo día de Abril y equipado con un emisor de seguimiento terrestre, del que hace tiempo que no se obtenía ningún contacto.
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Así es que, provistos con receptores, antenas, prismáticos, telescopios y material gráfico, Ernesto y Mario cruzaron la frontera por Puigcerdá, empujados por un fuerte vendaval de poniente que iba dejando pueblos a oscuras, autopistas cerradas, camiones volcados y todo tipo de árboles y carteles caídos como indicio de su potencia, en un paisaje completamente mudo de nieve.
La primera parada fue en Cèvennes (Macizo Central). El responsable del programa de buitres en la zona, Bertrand Eliotout, se encontraba en la cama con una mujer ardiente llamada Gripe, por lo que en su lugar fueron recibidos por el fotógrafo y naturalista Bruno Berthemy, autor de esa sensacional imagen de “Boumort” entrando a un comedero que se ha convertido en cartel del proyecto de Cataluña. Y durante el domingo 25, Bruno nos guió por las gargantas calcáreas del Tarn y la Jonte donde se han desarrollado con éxito sendas iniciativas de reintroducción de Buitre leonado, primero y, a continuación, Buitre negro. Era una jornada soleada y fresca, que permitía disfrutar del espectáculo de los buitres mostrando evidentes signos de actividad prenupcial. Lo que hacía aún más valioso el gesto de una persona que no sólo estaba dedicando un día entero a atendernos, sino que perdía de paso la oportunidad de fotografiar una carroñada en la nieve cuando ya lo tenía todo dispuesto y las condiciones eran tan favorables: ¡gracias otra vez, Bruno!.
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El viaje prosiguió durante el lunes 26, atravesando varios departamentos y llegando, justo al caer la tarde, al punto exacto donde el satélite mostraba la última posición de “Carreu”. Y, menuda sorpresa, en ese preciso momento aparecía en el mismo enclave Jean Pierre Choisy, consultor del Parque de Vercors y experto en buitres, cabras monteses, rebecos, castores y resto de fauna alpina. Además de ser una auténtica enciclopedia viviente, Jean Pierre estaba muy al tanto de las peripecias de “Carreu”, por lo que el destino proporcionaba de nuevo los servicios del mejor guía posible y esta vez, incluso, sin cita previa. Gracias a él la primera parte del misterio (el porqué de la permanencia del Buitre negro proveniente de Cataluña en este sector del Parque) estaba al punto resuelta: los prados que rodeaban la granja eran, en realidad, un punto de alimentación para carroñeras que se activa durante el invierno. Y la especie de jaula que se adivinaba en la fotografía constituía un recinto que albergaba varios leonados irrecuperables con función de reclamo: ¡dos motivos perfectos para mantener a “Carreu” ligado a un espacio tan reducido!. Y con más razón cuando incluso otra pareja de buitres negros se había sedimentado en el mismo enclave. Pero la segunda parte del misterio, el estado físico del ave, quedaba en suspenso.
Y entonces….¡maravilla de las maravillas, todo es maravilla!…resultó que al día siguiente, martes 27 y 9.40 de la mañana, el primer ejemplar de buitre que observan los tres naturalistas por encima suyo, un poco antes de llegar a la granja de la imagen, es precisamente ….¡CARREU!. Planeando en un día plomizo y gélido, con rachas de viento del norte y cielo cubierto de nubes que le acarician mientras cruza, con gran tranquilidad y rumbo W, el valle que separa la granja de la risquera.
Esta observación, por sí misma, compensaba el esfuerzo del viaje. Por lo que, ya satisfechos, los miembros de GREFA continuaron la ruta prevista a Baronnies (Prealpes), donde fueron muy cordialmente recibidos el miércoles 28 por Christian Tessier y Julien Traversier, quienes les pusieron al tanto de las novedades en torno al programa de reintroducción. Con tres parejas formadas y a punto de iniciarse la que podría ser primera temporada con puestas de Buitre negro en la zona, el trabajo desarrollado durante los últimos años promete dar este año algún fruto. A destacar el hecho de que uno de los nidos sea una antigua plataforma de Aguila real acondicionada….¡por un Buitre leonado y un Buitre negro a la vez!.
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La última etapa tuvo lugar el jueves 29 en Verdon (Alpes provenzales), rodeados por un magnífico paisaje de gargantas idóneas para las cuatro especies de buitres europeos…¡y no sólo europeos!, como pronto se verá. Aquí tuvo lugar, sin duda, la guinda del viaje: acompañando a Sylvain Henriquez, encargado del programa de reintroducción, Mario y Ernesto pudieron contemplar a escasos metros y sin necesidad de escondite alguno, el banquete que se pegaron una veintena de leonados y media docena de negros, junto a un…¡buitre africano!. Como telón de fondo, añadiendo un poco más de contraste a la escena, los perfiles pétreos de una aldea medieval resbalando por la ladera contigua.
En definitiva, más allá de los 6 días y 2000 km recorridos, ha sido un periplo tan salpicado de coincidencias curiosas, imágenes imborrables y encuentros imprevisibles que bien podríamos calificar como mágico.
MARIO ALVAREZ KELLER – ERENESTO ALVAREZ XUSTO
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