Momento de la retirada del huevo de AlinyàTres meses de libertad… y casi cuarenta años de cautiverio. El instinto de un animal salvaje a veces logra sortear las más altas barreras. Alinyá es un ejemplo de ello, y pese a encontrarse en una instalación educativa y a su prolongada edad, casi cuarenta años, ha puesto su primer y quizás último huevo… infértil.

Algunos ya conocéis la historia de Alinyá, quizás el animal que permanece en GREFA cuya historia resulta más frustrante y sobrecogedora. La conozcáis o no, merece la pena que continuéis con la lectura de estos párrafos…

Alinyá es una hermosa hembra de buitre negro, nacida de poblaciones asiáticas en la época de expoliadores y adeptos al exhibicionismo animal.

Un buitre que pese a poder volar, pasó su vida entre paredes y personas, alejada del olor a jara, del cauce de ríos, de corrientes cálidas y frescas brumas montunas.

Alinyá fue cedida a GREFA y en 2010 tuvo la primera oportunidad en su vida de ser un buitre en estado salvaje, gracias al Proyecto de Reintroducción de Buitre negro en Pirineos, donde fue liberada con un emisor satélite.

Tras toda una vida de cautiverio, su adaptación al medio natural fue costosa, y los primeros meses sobrevivió gracias al esfuerzo de un equipo de personas que controlaban sus movimientos y alimentación en todo momento.

Tras un tiempo, Alinyá se lanzó a romper por fin todo condicionamiento adquirido en su etapa cautiva, que aun siendo libre, la mantenía inmóvil en un barranco…

…sin embargo un día, simplemente…voló…

Y volando fue como Alinyá volvió a ser buitre de nuevo.

…pero apenas seis meses después, simplemente, colmaron su cuerpo de plomo…

 Y fue entonces cuando Alinyá volvió a ser un animal cautivo… para siempre.

Casi 200 perdigones alojados en 8 kg de animal, desquebrajando toda oportunidad ansiada de retornar a la naturaleza.

Desde entonces se encuentra en una de nuestras instalaciones educativas, llegando al corazón de las miles de personas que visitan nuestro centro.

Es aquí donde este año, por vez primera, Alinyá se emparejó con un macho de la instalación, y ambos copularon repetidas veces ante la mirada de visitantes y trabajadores.

Hace dos semanas, el macho enfermó, y tuvo que ser trasladado a enfermería. Pocos días después, un enorme huevo era incubado con dulzura por esta hembra.

El huevo fue retirado y sustituido por uno de escayola hasta comprobar si era o no fértil.

No lo es.

Alinyá sigue incubando, en solitario, un huevo de escayola que nunca eclosionará.

Alinyá, tu brillo azabache ilumina miradas. Las miles de personas que te conocen comparten contigo tus ansias de libertad, y sé que has sido protagonista de muchos sueños, que te acompañan en un vuelo infinito hacia lo salvaje.

A menudo tu mirada se dirige al cielo que no puedes tocar. Cuando agita una leve brisa, tus plumas se erizan embelleciéndote aún más, y entonces comienzas a agitar las alas al viento sin despegar tus ojos del suelo, imaginando quizás que tus patas dejan de soportar el peso de tu tullido cuerpo, dejándote por fin escapar… ¿acaso sueñas aún con volar?

Alinyá, víctima de un arrebato grotesco, símbolo del derecho a la más básica necesidad: la libertad.

¿De qué manera pagará tu cautiverio el ser que llenó tu cuerpo de plomo?

Desde GREFA denunciamos la mala praxis de aquellos que se hacen llamar cazadores y que cada año acaban con la vida de miles de animales salvajes no cinegéticos.