Pablo, en el punto de alimentación artificial de la Reserva de Boumort (Lleida) que frecuentó en la primera fase de su vida en libertad. Foto: Equipo Boumort-Alinyà.
Pablo, en el punto de alimentación artificial de la Reserva de Boumort (Lleida) que frecuentó en la primera fase de su vida en libertad. Foto: Equipo Boumort-Alinyà.

Si hay un buitre negro destinado a cambiar el final trágico que el destino ha reservado hasta ahora a los ejemplares de esta especie nacidos en el centro de cría en cautividad de fauna amenazada de GREFA, ese es Pablo. Fue bautizado precisamente con el nombre del biólogo de esta ONG que se encargó de velar por el animal durante sus primeros días de vida, Pablo Izquierdo. Hoy en día el otro Pablo vuela perfectamente integrado en la nueva colonia de buitre negro creada en Pirineos, tras su reintroducción el pasado verano en la Reserva de Boumort (Lleida), cuando contaba con poco más de ochenta días de vida.

Con apenas un año de vida actualmente, solo es un jovenzuelo este ejemplar, aunque arrastra el enorme desafío de superar las duras pruebas que conlleva la vida en libertad. Crucemos los dedos, porque Obaga y Pau, los otros dos buitres negros también criados en GREFA y reintroducidos en su día en Pirineos, no lo consiguieron. El primero de ellos, liberado en 2009, abandonó la zona de reintroducción para recorrer prácticamente toda la Península Ibérica durante su dispersión juvenil y acabar muriendo en tierras aragonesas por causas desconocidas. El segundo, soltado tres años más tarde, fue encontrado electrocutado en la provincia de Castellón a los pocos meses de su suelta.

De momento, Pablo parece haber salido menos aventurero que sus predecesores, lo que implica menos riesgos que afrontar. Por estas fechas de finales del invierno nuestro amigo se está moviendo con toda normalidad, dentro de un área de campeo que prospecta con asiduidad y abarca un radio de unos treinta kilómetros desde el centro de la colonia, utilizando preferentemente el valle de Carreu. Es a lo largo de este corredor natural, en la propia zona de reintroducción, por donde patrullan la mayoría de los buitres negros que desde 2007 están siendo liberados en el Pirineo catalán (áreas de Boumort y Alinyà), en su mayoría procedentes de centros de recuperación de fauna de diferentes comunidades autónomas, que ceden estos animales para contribuir a que se consolide la nueva población pirenaica de la especie.

No está de más recordar que esta colonia cuenta hoy en día con casi medio centenar de ejemplares estabilizados, incluidas ocho parejas formadas, de las cuales tres lograron sacar adelante otros tantos pollos en la pasada temporada reproductora.

Pablo, durante sus primeros días de vida, en la nursería de GREFA. Foto: GREFA.Pablo, durante sus primeros días de vida, en la nursería de GREFA. Foto: GREFA. Pablo es pesado durante su desarrollo como pollo a principios de junio de 2014. ¡Más de cuatro kilos! Foto: GREFA.Pablo es pesado durante su desarrollo como pollo a principios de junio de 2014. ¡Más de cuatro kilos! Foto: GREFA.

Una ayudita durante la crianza

Menos aventurero no significa menos especial. De hecho Pablo ha marcado un antes y un después en el programa de cría en cautividad del buitre negro desarrollado por GREFA. Sus primeros días estuvieron señalados por la incertidumbre, ya que sus padres habían intentado criar, sin éxito, en temporadas anteriores. Para que en 2014 no ocurriese lo mismo, se decidió realizar la crianza de Pablo durante los días más decisivos en incubadora, algo nunca hecho antes en las instalaciones de GREFA con esta especie.

Hay que recalcar el hecho de que esta pareja reproductora procede de comunidades autónomas que cedieron ejemplares irrecuperables para el programa de cría de GREFA con el buitre negro: la hembra vino de Castilla-La Mancha y el macho de Andalucía. A mediados de marzo, a los quince días de la puesta, se les retiró el huevo que incubaban y en su lugar se les puso una réplica de escayola, para que no interrumpiesen el ciclo reproductor. Mientras tanto, el huevo verdadero era transferido a la incubadora, donde a finales de abril nació Pablo y fue atendido hasta que, a los diez días de vida del pollo, fue devuelto a sus padres, que esta vez sí lograron completar con éxito, gracias a la ayuda prestada.

Con su suelta en Pirineos algo más de dos meses después, Pablo siguió sumando galones. En la zona de reintroducción permaneció casi tres semanas en una plataforma de aclimatación (hacking)  hasta que por fin pudo volar en completa libertad. Me cuenta Mario Álvarez, encargado de la atención y seguimiento constante de los buitres negros reintroducidos, que al principio a Pablo le costó alejarse de su plataforma. “Fue providencial que por esas fechas tuviésemos que aportar comida a Oriol, un macho adulto reproductor que se había lesionado una pata”, explica Mario, que recuerda lo bien que le vino a Pablo en aquellos días arrimarse a Oriol en el punto de alimentación artificial habilitado, para integrarse así poco a poco en la dinámica normal de la colonia.  

Pablo Izquierdo, de GREFA, sujeta al otro Pablo en el momento en el que este buitre negro es introducido en el hacking de Boumort. Foto: Gerard Plana.Pablo Izquierdo, de GREFA, sujeta al otro Pablo en el momento en el que este buitre negro es introducido en el hacking de Boumort. Foto: Gerard Plana. Pablo en vuelo, ya integrado en la colonia de Boumort. Foto: Mario Álvarez.Pablo en vuelo, ya integrado en la colonia de Boumort. Foto: Mario Álvarez.

Pablo lleva un emisor GSM-GPS, donado por Acciona como compensación por la muerte de otro buitre negro reintroducido en un parque eólico de esta empresa. Gracias a la señal emitida por Pablo, sabemos que evoluciona con toda normalidad junto al resto de ejemplares de la colonia de Boumort. Todas las esperanzas están puestas en que este animal ya carismático para GREFA se convierta en uno de los mejores embajadores de la recuperación de su especie en Europa.  

Movimientos de Pablo tras su liberación en el Pirineo catalán