Corneli junto a Bic, su pollo del 2013, buitres negrosLlevaba casi dos semanas posado en una franja rocosa, casi inmóvil.

Desde que saltó del nido algo prematuramente, con 110 días de edad, el pollo de Bruna y Corneli había sido nuestra principal preocupación.

¡Suerte que Corneli sacó a relucir su instinto paternal y comenzó a llevarle comida, porque Bruna seguía manteniéndose, por desgracia, demasiado distante!

Poco a poco, el joven buitre negro mostraba signos de progreso y pudimos dormir más tranquilos.

¿Pero cuándo se decidiría este pollo a emprender el primer vuelo de veras, saliendo del estrecho pasillo en el que semejaba un recluso a la espera de condiciones idóneas para escapar?

Hoy, sábado 24 de agosto, me llevé una feliz sorpresa cuando le descubrí posado en la rama de una sabina retorcida, asomándose al vacío a más de 300m del punto en el que permaneció durante doce interminables jornadas. Eran las 13.20.

Y esa agradable sorpresa creció al verle experimentar, como en un túnel de viento, el empuje del aire resbalando por sus alas desplegadas. Casi podía sentir, tan vivamente como él, ese equilibrio de fuerzas enfrentadas que actuaban a través de su cuerpo. En un sentido las garras, aferrándose como náufragos a una tabla de salvación. Y en el otro el soplo invisible que pretendía elevar la silueta oscurísima del ave, arrancándola del suelo. Mientras, la cola se abría y cerraba como un abanico, reflejando el juego de ambas tensiones.

Hasta que, por fin, una hora más tarde, las garras se aflojaron lo justo para que el pollo de Bruna y Corneli saliera flotando igual que una columna de humo y me hiciera flotar a mí de felicidad.

¡A sus 122 días recién cumplidos, el tercer pollo de buitre negro de la temporada reproductora en Boumort-Alinyà se movía como una sombra del viento!

Con suma facilidad se elevó, utilizando las corrientes de ladera, hasta situarse al mismo nivel de mis ojos. Y voló de W a E, apenas a 50m de distancia, como esos aviones que hacen una última pasada a ras de los espectadores para culminar su exhibición aérea.
Al cruzar, me miró de reojo. Nos miramos los dos.

Ese cruce de miradas no lo olvidaré jamás.

MarioP.S.  ¡Ahora sí!

Se cierra un ciclo y comienza otro nuevo para el desafío, iniciado hace seis años, de reunir a las cuatro especies de necrófagas exclusivas en un mismo espacio. Ya crían juntos quebrantahuesos, buitres negros, buitres leonados y alimoches, como lo hicieron siglos y siglos. Y, paso a paso, vuelven a recomponerse las rutas que conectaban sus poblaciones a lo largo y ancho de Europa.

El Prepirineo catalán es, en este sentido, un punto caliente de biodiversidad y equilibrio ecológico recuperado. Y para mí ha sido un privilegio vivir aquí, participando y aprendiendo de esta experiencia

Ahora me toca volar también.
Gracias por todo.

Mario
Equipo de Boumort-Alinyà