La pasada semana un equipo de GREFA nos asentamos en la provincia de Segovia, donde nos encontramos trabajando en nuestro proyecto de control biológico de plagas de topillo, con el apoyo de la Diputación Provincial de Segovia y el respaldo técnico del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León. En esos días realizamos algunas labores de mantenimiento de los más de 200 nidos que instalamos para cernícalos vulgares y lechuzas comunes en los municipios segovianos de Aldea Real y Escalona del Prado.
Atornillar alguna tapa levantada por el viento y recolocar algún nidal con ayuda de agricultores locales han sido varias de las tareas realizadas. También aprovechamos para realizar algunas labores para apoyar a aquellos paisanos más comprometidos con la conservación del medio ambiente y la sostenibilidad en su producción agropecuaria. Es el caso de varios agricultores de la localidad de Escalona del Prado. Ante su preocupación por la presencia de topillos en algunas parcelas, decidimos instalar un posadero móvil (una simple barra metálica o un poste de madera) en varias colonias del roedor. Esto permitirá a cernícalos, lechuzas, milanos y ratoneros tener esos deseados puntos elevados de descanso, desde los cuales acechar directamente a sus rechonchas presas: los topillos campesinos.
Todas estas novedades nos dan pie a comentar algo de lo que venimos mencionando desde hace tiempo en nuestras charlas y jornadas informativas: la consecución de un equilibrio biológico entre depredadores y presas requiere de la existencia de refugios y zonas de descanso (cajas nido, arbustos, arboledas, cúmulos de piedra). Pensamos que es una buena manera de facilitar la movilidad y comunicación de los depredadores y, por tanto, posibilitar una mayor presencia y una distribución equilibrada. En otras palabras: un corredor ecológico.
A día de hoy cada vez es más común encontrar parcelas que superan las 10, 20 o incluso 50 hectáreas de superficie cultivadas con una misma variedad vegetal. Algo que inevitablemente deriva en problemas ecológicos visibles, en forma de extinciones locales de especies animales y vegetales, así como en la aparición de especies exógenas susceptibles de constituir plagas. La inmensidad y desprotección de estos terrenos hace que los depredadores terrestres rechacen entrar en ellos, mientras que para los depredadores alados son inabarcables.
Pensamos que en los entornos agrícolas es posible, compatible y sobre todo necesario la recuperación local de la vegetación espontánea (arbórea y arbustiva), el respeto de las infraestructuras antrópicas como chozos, palomares, majanos y muros de mampostería y la potenciación de la fauna protegida y cinegética mediante la creación e instalación de cajas nido, refugios, comederos, charcas etc. Para todo ello, desde GREFA, ofrecemos nuestra experiencia y disposición para emprender y participar de proyectos y campañas que persigan estos objetivos.