Gracias a un acuerdo suscrito entre la Diputación de Valladolid, el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACYL), la Junta Agropecuario Local (JAL) de Cuenca de Campos y GREFA, hemos realizado durante la primera semana de marzo la instalación de 86 cajas nido para lechuzas, cernícalos y mochuelos en un municipio del norte de la provincia de Valladolid donde hemos empezado a trabajar con nuestro proyecto de control biológico del topillo: Cuenca de Campos. Son ya un centenar los nidales aquí colocados si sumamos los 14 que algunos agricultores ya habían instalado.
Cuenca de Campos sufre periódicamente la presencia de abundancias de topillo campesino, que afectan seriamente a los cultivos de alfalfas, trigos, cebadas y leguminosas. Pero afortunadamente sus agricultores, conscientes de que la bromadiolona (rodenticida) y las quemas de vegetación no son la solución, se plantearon la posibilidad de combatir a este roedor con novedosas prácticas agrícolas y con el control biológico.
De hecho, la Diputación de Valladolid asumió la financiación de la instalación de 60 cajas nido y, en la reunión mantenida con los agricultores para definir las zonas y parcelas de actuación, éstos decidieron financiar el resto para alcanzar las 100 cajas nido en una superficie aproximada de 1.200 hectáreas. La colaboración prestada en todo momento por los agricultores (especialmente Moises, presidente de la JAL, nos ha permitido implantar nuestro proyecto de control biológico del topillo en un nuevo municipio de Castilla y León, en una zona de las llamadas “cero” por la virulencia con la que se desencadenan periódicamente las explosiones demográficas del roedor en sus campos.
Es de destacar el carácter colaborativo de esta actuación realizada en Cuenca de Campos, en la que diferentes administraciones (Diputación de Valladolid y Consejería de Agricultura y Ganadería de Castilla y León / ITACYL), agricultores y organizaciones conservacionistas hemos sabido coordinar los recursos y los esfuerzos para implantar el proyecto. Un modelo que es el que GREFA viene desarrollando desde hace años para conseguir una mayor implicación y compromiso para reducir los daños que ocasiona el topillo campesino, dejando de lado el uso del veneno y las quemas de cuentas, linderas y caceras que tanto perjudican a la fauna silvestre y tanto simplifican el paisaje agrario castellano.