Como todos los años por estas fechas nos ponemos manos a la obra, cargamos con la escalera y nos vamos a revisar las casi 2.000 cajas nido para cernícalo y lechuza que tenemos colocadas en Castilla y León, destinadas al control biológico del topillo campesino. Comprobar si han sido ocupadas por ambas rapaces depredadoras de micromamíferos nos aporta más de una alegría, además de una información de gran valor.
Se trata de un trabajo que, a medida que aumenta el número de municipios castellanoleoneses donde se ha implantado nuestro proyecto de control biológico del topillo, nos lleva más tiempo y más equipos. Solo así podemos garantizar que la revisión de tantas cajas nido esté sincronizada y poder así valorar las posibles diferencias en la fenología reproductiva de lechuzas y cernícalos, dependiendo de las diferentes provincias donde actuamos. Como novedad, el equipo de informáticos de GREFA ha diseñado una aplicación integrada en el programa Cartdroid para incorporar automáticamente todos los datos de revisión de las cajas nido.
La ocupación de las cajas nido por parte de lechuzas y cernícalos se está viendo como un indicador fiable de las densidades de topillo campesino en zonas concretas: a más ocupación en las cajas, mayor densidad de topillos en los campos de cultivo. La lucha biológica como la que promovemos es parte de la solución para evitar que el topillo provoque daños importantes en los medios agrícolas. Esto es así porque la capacidad depredatoria de cernícalos y lechuzas, junto con otros depredadores (comadreja, zorro, lobo, milanos, ratoneros, por citar algunos), puede evitar que se disparen las poblaciones del roedor.
Debe ser una prioridad de la PAC
De hecho, restablecer el equilibrio depredador-presa es sin duda un objetivo de GREFA y debe ser contemplado en la nueva Política Agraria Comunitaria (PAC) de la Unión Europea como algo prioritario para restablecer el equilibrio ecológico en los medios agrícolas. Junto con la necesidad de limitar el uso de biocidas, rodenticidas y quemas indiscriminadas de lindes, cunetas y arroyos que tanto simplifican el paisaje agrario castellano, con el argumento de que estas prácticas ambientalmente dañinas sirven para combatir al topillo, nuestros cernícalos y lechuzas son a la larga el mejor aliado de los agricultores.
Es sabido (y así lo estamos comprobando cada año en las revisiones de ocupación de las cajas nido) que tanto unos como otros consumen durante el periodo de reproducción unos mil topillos por pareja. Multipliquemos la cifra por el número de depredadores naturales y nos daremos cuenta de lo que merece la pena respetar y favorecer las áreas de reproducción de estas rapaces tan beneficiosas.