Abril, mayo y junio han sido los meses en los que nuestro “equipo topillo” ha realizado el seguimiento de la efectividad del proyecto de control biológico del topillo campesino que desarrollamos. Casi 2.000 cajas nido para cernícalo vulgar y lechuza común diseminadas por 24 municipios de diferentes provincias de Castilla y León han sido revisadas este año y los resultados prometen.
La revisión de esta ingente cantidad de cajas nido es un trabajo arduo para nuestros trabajadores y voluntarios, pero que tiene un objetivo claro y trascendental: conocer la ocupación de los nidales y la productividad en cuanto a pollos de las dos especies de rapaces que más activamente contribuyen a mantener a raya las poblaciones de topillo campesino, roedor que cuando se convierte en plaga pueden conllevar grandes daños a los cultivos.
Como sabéis, con nuestro proyecto estamos ayudando a restablecer la relación depredador-presa que desagraciadamente en gran parte de los paisajes agrarios castellanos ha desaparecido. Los resultados, aún pendientes de un análisis pormenorizado, son bastante alentadores pues la ocupación de las cajas nido por parejas reproductoras de cernícalos vulgars y lechuzas comunes en algunas localidades ha sido muy alta (hasta un 90%).
Y eso a sabiendas de que una pareja de cernícalos, durante los tres meses de reproducción, consume 800-900 topillos y que en ese mismo periodo una pareja de lechuzas hace lo propio con 900-1.000 topillos. Qué mejor argumento en favor del control biológico que con tanto ahínco estamos fomentando como una medida eficaz para prevenir las plagas de este pequeño roedor.