Una agricultura de espaldas a la biodiversidad nos hace más vulnerables a problemas globales como las pandemias.El vínculo entre la proliferación de pandemias y la crisis de la biodiversidad es evidente. Por eso en estos tiempos difíciles cobran un valor añadido las entidades o los particulares del sector agropecuario que realmente son conscientes del problema que entraña la intensificación agraria y ganadera y con los que GREFA colabora desde hace años. Ahora más que nunca importan mucho las prácticas compatibles o potenciadoras de la biodiversidad que hacen en sus explotaciones.

Estamos ante una nueva ocasión para poner en valor la agricultura y la ganadería familiar, saludable, de proximidad y compatible con la biodiversidad y la pervivencia del mundo rural. Mientras tanto, tal y como alerta la comunidad científica, la simplificación de los ecosistemas por sobrexplotación de recursos (agrarios o madereros, por ejemplo) acelera la propagación de pandemias, como ha pasado con el coronavirus, enfermedad zoonótica (transmisible de animales a personas y viceversa).

Otra enfermedad zoonótica que ha atacado recientemente a algunas personas, en este caso en Castilla y León, ha sido la tularemia, que se ha saldado durante la plaga de topillos de 2019 con numerosos contagios a humanos en varias comarcas agrarias de de la región.

Entre ambas situaciones existe el mismo denominador común, la proliferación de patógenos (virus en el caso del COVID-19 y la bacteria Francisella tularensis en el caso de la tularemia) debido a la presión humana sobre el medio natural y las especies y como resultado de ello la transmisión de enfermedades desde animales a humanos.

Una avutarda vuela sobre un cultivo donde GREFA ha colocado una caja nido para lechuzas.

El proyecto de Control Biológico del Topillo Campesino en el que trabajamos desde hace una década en Castilla y León, con especial presencia en Tierra de Campos, nos ha permitido ser testigos de la vinculación entre la turalemia en humanos y la plaga de topillo campesino, un roedor que, no lo olvidemos, se expandió desde su hábitat original en las montañas hasta el interior de la meseta, donde se ha visto favorecido por la progresiva modernización de la agricultura desde mediados del siglo pasado y la consecuente transformación de paisajes, conversiones a regadío, concentraciones parcelarias y monocultivos.

En la siguiente secuencia de imágenes aéreas se puede observar la misma porción de terreno correspondiente a Fuentes de Nava (Palencia) vista en tres momentos distintos desde mediados del siglo XX hasta 2014. Fuentes de Nava es uno de los municipios más atacados por las plagas de topillo campesino. En las imágenes se pueden observar los drásticos cambios físicos que ha sufrido el paisaje: desaparición de corredores de matorral, unión de parcelas, simplificación de la red hidrográfica de regueros y caceras en drenajes, implantación de grandes superficies de riego (parcelas de forma circular en la imagen a color) y creación de vastas extensiones de monocultivo.  

Éstas imágenes aéreas del término municipal de Fuentes de Nava se han obtenido del visor online de la Confederación Hidrográfica del Duero y corresponden, sucesivamente, a los años 1956, 1980 y 2014:

Desde el ámbito global al doméstico

Podemos seguir pensando ingenuamente que las pandemias que la humanidad ha venido padeciendo en las últimas décadas no están relacionadas con factores como el actual modelo de gestión agraria intensiva, las macrogranjas de ganadería industrializada, la sobrexplotación de recursos hídricos, el desarrollo urbanístico de vegas y costas, la deficiente o ausente depuración de aguas, la destrucción de la biodiversidad, el continudo uso intensivo de fitosanitarios, la generación de todo tipo de residuos y la contaminación atmosférica y demás agresiones a nuestro planeta.

Pero el problema tiene también su proyección en el ámbito doméstico, por ejemplo cuando se quitan los nidos de golondrinas de casa, cuando sellamos las grietas donde viven las lagartijas, cuando se quema la basura y trastos de la finca, cuando se usan auténticos cócteles químicos para preservar la higiene de baños y cocinas, cuando se tira al campo un remolque de escombros de esa obra de la casa del pueblo y cuando se aplica la consabida dosis de veneno en los huertos familiares, en los bordillos con hierbajos, en la cocina con hormigas, en el salón con moscas o en el garaje con ratones. Todo suma (o mejor dicho, resta) y en este caso solo son un puñado de ejemplos.

Para la naturaleza no existe la impunidad. Que nadie piense que podremos seguir la misma trayectoria autodestructiva al servicio de intereses creados. Estamos pagando con una gran desgracia humanitaria el alto precio de destruir la Tierra. Esperamos y confiamos que los encargados de administrar realmente administren, pero que cada individuo también actúe para conseguir revertir la actual situación de crisis ambiental. En caso contrario, plagas y pandemias, así como escasez de agua y de otros recursos naturales imprescindibles podrían estar a la orden del día en un futuro bastante próximo.

AUTOR DEL TEXTO
Carlos Cuéllar, coordinador para GREFA del Proyecto de Control Biológico del Topillo Campesino.

YA FUE NOTICIA
Los centros de recuperación de fauna y la Salud Global
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El mundo se para, pero el campo sigue colaborando con GREFA
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El granito de arena de GREFA en la lucha contra el COVID-19
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