En la ancha es Castilla, con el horizonte despejado las siembras brotan a ras de tierra como ramilletes de soledades para que el viento frío no les llegue en las madrugadas.
Un tractor con remolque flanqueado por dos todoterrenos recorren los caminos para sembrar en la tierra árboles inertes para fertilizar la vida alada.
Aquí andamos, en Tierra de Campos, en la Palencia de adobe e iglesias que emergen desafiando el tiempo y el olvido, levantando postes con cajas nido que acojan mañana a la noche y al día.