Es casi matemático: nada más abrirse la media veda, comienza en el Hospital de Fauna Salvaje de GREFA el "goteo" de ingresos de animales pertenecientes a especies protegidas que han sido víctimas de disparos. Esta temporada nos han entrado milano negro, ratonero y cernícalo vulgar, por citar algunas especies. Cada ejemplar herido o muerto que ingresa por estas fechas en nuestro centro a causa de la acción de cazadores descuidados o desaprensivos es todo un alegato contra la caza injustificable de fauna protegida.
Según el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid, este año la media veda ha quedado abierta entre el 15 de agosto y el 15 de septiembre. A pocos días de echar el cierre para este periodo cinegético, las especies que se han permitido cazar han sido la tórtola europea, la paloma torcaz, la paloma bravía, el estornino pinto, la urraca, la grajilla, la corneja, la codorniz y el zorro. Merece especial mención el caso de la tórtola europea, ya que recientemente la Comisión Europea ha abierto un expediente de infracción contra España por permitir la caza de esta especie y no frenar la pérdida de sus hábitats.
Dicho esto, un año más tenemos que lamentar el ingreso en el Hospital de Fauna Salvaje de GREFA, durante la media veda, de animales disparados pertenecientes a especies cuya caza no está permitida en esta época e incluso de especies protegidas por la ley. Y una vez más observamos cómo estos días el número de ejemplares que ingresa en nuestro centro con problemas derivados de la caza aumenta de forma exponencial con respecto a las fechas previas al inicio de la media veda. En concreto, en cuanto a especies no cinegéticas, en las últimas semanas han entrado en nuestras instalaciones, víctimas de disparos, una cigüeña blanca, un milano negro, un críalo, dos cernícalos vulgares y un ratonero.
Las fracturas, hemorragias, y demás problemas que sufren los animales que tratamos y que han sido víctimas de la caza irresponsable o descuidada pueden acarrear graves complicaciones para la salud y el bienestar del ejemplar e incluso producir su muerte. No podemos dejar tampoco de mencionar otra vía relacionada con la caza que afecta a aves con hábitos carroñeros, a través de la ingesta de perdigones, al alimentarse de restos de animales abatidos por los cazadores pero no cobrados, lo que puede derivar en una intoxicación por plomo de consecuencias incluso letales.
Un ejercicio de responsabilidad
Los cazadores que practiquen la media veda deberían prestar especial atención para evitar que sus acciones afecten a especies que la legislación no permita cazar durante este periodo cinegético. Además, deben cobrar todos los ejemplares que sean abatidos para evitar que sean fuente de alimento para animales carroñeros y prevenir así intoxicaciones por plomo. Recordemos que abatir durante la media veda a una especie protegida supone una infracción grave ante el código penal y conlleva sanciones económicas e incluso penales.
En conclusión, a pesar de encontrarnos en unos días donde se levanta parcialmente la restricción de la caza, los cazadores deben llevar especial cuidado a la hora de ejercer esta actividad y ceñirse a la legislación vigente, con el fin de minimizar el impacto ambiental y perjudique a la conservación de especies protegidas e incluso amenazadas.