El pasado 25 de enero anduvimos por Cuenca de Campos, al norte de la provincia de Valladolid, haciendo unas pequeñas actuaciones para favorecer la biodiversidad. En este municipio, donde contamos con un total de cien cajas nido para pequeñas rapaces dentro de nuestro proyecto de control biológico de las plagas de topillo, seguimos haciendo intervenciones puntuales para favorecer a la fauna esteparia, al mismo tiempo que afianzamos nuestra buena relación con las gentes del lugar.
Cuenca de Campos es uno de los municipios que se reparten las dos mil cajas nido que tenemos distribuidas en el marco de este proyecto por toda Castilla y León. Aquí empezamos el año pasado gracias a un convenio con la Diputación Provincial de Valladolid, en el que también contamos con el apoyo técnico del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León. Además, tal era el respaldo local al proyecto, que la propia Junta Agropecuaria Local financió otra parte de las cajas nido, todo un gesto de implicación y rechazo a los rodenticidas anticoagulantes (bromadiolona y otros).
Ya puestos en situación, contaros que junto con Jesús Ruiz, un agricultor local, estuvimos instalando en varias parcelas agrícolas posaderos para rapaces como cernícalos y lechuzas, como medida de apoyo a la actividad depredadora de las aves nidificantes en nuestras cajas nido. Decir que esta acción suplementaria es muy favorable como medida de prevención en periodos de baja abundancia de topillos y además puede resultar muy práctica a la hora de localizar las colonias activas del roedor.
No obstante, hay que procurar no instalar de forma masiva posaderos en lindes o cunetas, pues podríamos estar ejerciendo el efecto contrario, al facilitar la caza por parte de las aves rapaces de depredadores terrestres como culebras, lagartos o comadrejas. Estos reptiles y mamíferos son grandes controladores de roedores que en territorios agrícolas gravemente intensificados encuentran su único refugio en las lindes, caceras o cunetas.
Finalizado esto, nos dirigimos a las afueras del pueblo, a una antigua casa de labor de las eras, ya derruida por el tiempo. Estas construcciones tradicionales se caracterizan por la humildad de sus paredes levantadas en barro, ya sea tapial, adobe o ambas. Como podéis ver en la foto que encabeza esta información, sobre estas paredes aún en pie instalamos con permiso del propietario media docena de nidos para cernícalo primilla y mochuelo europeo, dos especies muy singulares y queridas en el municipio.
Para no deslucir esta vieja construcción, aprovechamos varios adobes caídos y los diluimos en agua para enfoscar los nidos de cemento y de esa manera mimetizarlos con la estructura. Es una práctica que ya venimos haciendo en muchas obras de mejora del hábitat del cernícalo primilla en edificios históricos, como la iglesia de Palma del Río (Córdoba) y el castillo de Torrejón de Velasco (Madrid).
Nos despedimos ansiosos de la llegada de la primavera para comprobar el éxito de los nidos instalados, de lo cual os tendremos puntualmente informados.