Lo sucedido recientemente con la tala de un pino piñonero donde nidificaba una pareja de águilas imperiales en la Comunidad de Madrid y dentro de un espacio protegido (Parque Regional del Curso Medio del Río Guadarrama) lleva consigo mucho más que el hecho puntual de la corta. Para empezar, es cierto que esta lamentable acción se hizo desatendiendo los informes preceptivos de la administración competente, que establecían un radio de acción para los tratamientos silvícolas, que debía respetar ese enclave, así como las fechas para proceder a los mismos. Las denuncias “supuestamente” presentadas tendrán que dirimir la responsabilidad de la empresa encargada de las labores, la propiedad de la finca o la propia Administración.
Innegablemente, la descoordinación o la no definición de competencias a la hora de proceder al seguimiento de unas podas, entresacas o cortas en una zona tan sensible, por estar presente una especie catalogada como "En peligro de extinción", no debe quedar sin que se depuren responsabilidades, que deben dirimirse entre organismos de la Comunidad de Madrid a quienes les compete: la Consejería de Medio Ambiente, Administración Local y Ordenación del Territorio, de quien depende la gestión de la fauna y flora silvestre de la región, y la Consejería de Presidencia, Justicia y Portavocía del Gobierno, de la que depende el cuerpo de Agentes forestales de la Comunidad de Madrid.
Afortunadamente hemos observado tras este lamentable episodio, gracias al seguimiento que desde GREFA hacemos de la pareja de águilas imperiales afectada, que estas aves continúan en el territorio. De hecho, ya han realizado un nuevo nido. Por ello hemos sugerido a la Dirección del Parque Regional del Curso Medio del Río Guadarrama que se aceleren los trabajos de limpieza y retirada de restos de podas y talas en la zona próxima al nido y que estas labores silvícolas se hagan en unas horas que eviten la primeras de la mañana y las últimas de la tarde.
En cualquier caso este hecho es un síntoma más de algo que venimos denunciando desde hace años: el sistemático abandono de la Consejería de Medio Ambiente de sus funciones de velar por la conservación de la fauna silvestre. Se nos ocurren no pocos argumentos para sostener este posicionamiento, aquí van algunos:
- La reducción de recursos económicos y medios humanos (véase por ejemplo los presupuestos destinados al seguimiento de fauna silvestre en el propio Parque Regional del Curso medio del río Guadarrama) para realizar estudios y seguimiento de nuestra fauna amenazada que permitan una correcta gestión del territorio.
- La incapacidad política de definir estrategias para la conservación de la fauna amenazada de la Comunidad de Madrid, que es la única en España que no ha aprobado ningún Plan de Recuperación de las especies catalogadas "En peligro de extinción", tal y como es legalmente preceptivo.
- El desvío de los fondos destinados a la conservación de la naturaleza a un pozo sin fondo tan innecesario como es el Centro de Recuperación de Animales Salvajes (CRAS) de la Comunidad de Madrid, que se come el 80% del presupuesto del Área de Conservación de Flora y Fauna de la Consejería de Medio Ambiente.
- La ausencia de “interlocución válida y competente” con la que nos encontramos quienes trabajamos en la conservación de la naturaleza al acudir a la Dirección General del Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid y su Área de Conservación de Flora y Fauna. Se presentan informes técnicos de censos y seguimientos de especies con propuestas y conclusiones (algunos incluso pagados por la propia Área de Conservación de Flora y Fauna) y jamás hay reuniones técnicas con los responsables para tratarlos.
- La carencia de ideas para conseguir fondos y destinarlos a la conservación de la naturaleza madrileña (a través del Programa Life, Programa de Desarrollo Rural y otros).
- Y sobre todo, la falta de transparencia y de planificación en la gestión, cuyos efectos se perciben en un cada vez más acentuado deterioro de la biodiversidad madrileña.
Terminamos con un llamamiento a que este hecho denunciable de la tala de un pino donde criaba una pareja de águila imperial no nos impida ver el fondo de lo que está pasando. Que no recaigan todas las críticas y denuncias en los técnicos y funcionarios que menos las merecerían, cuando la responsabilidad es de quienes mantienen una estructura de gestión de la fauna regional con personas no competentes e incapaces de diseñar acciones que contribuyan a mantener de manera sostenible la biodiversidad de la Comunidad de Madrid.