El pasado 2 de septiembre llegaba al Hospital de Fauna Salvaje de GREFA un halcón peregrino que había sido disparado y que en aquel momento quedó ingresado en nuestras instalaciones de UCI con pronóstico grave. No era ni mucho menos la primera vez que una rapaz caía bajo una lluvia de perdigones durante el periodo cinegético de la media veda, sino que es habitual que cada año debamos atender un número considerable de especies protegidas abatidas por algunos cazadores sin escrúpulos que no tienen ningún reparo en cometer este tipo de delito.
Cada apadrinamiento encierra una historia. A estas alturas quienes hayan leído otras noticias que hemos publicado ya se habrán dado cuenta de que no existe un motivo único y concreto que permita explicar la decisión de formalizar (o regalar) el apadrinamiento de un animal salvaje. Casi nos atreveríamos a decir que existen tantas justificaciones como padrinos. Pero hay algo en lo que todas ellas coinciden: siempre llevan una importante carga emotiva. Quienes pasan por la experiencia lo hacen con una mezcla de sentimientos que muy probablemente les resultarían imposibles de explicar. No hace falta tampoco que lo intenten, les entendemos perfectamente.
Si hace cosa de un mes terminábamos de poner en órbita a los últimos viajeros que debían marcharse a África (águilas calzadas y culebreras, cernícalos primilla, cigüeñas y aguiluchos) ahora han venido a ocupar su lugar las aves que durante los meses más cálidos del año viven en el norte de Europa, pero que huyen de aquellas latitudes cuando llega el frío invierno. Nuestro trabajo viene en cierta medida marcado por esos continuos flujos migratorios, de manera que cuando no estamos atendiendo especies estivales lo hacemos con las invernantes y en todo caso durante el año entero no faltan las residentes y el resto de animales distintos de las aves. ¡Vamos, que nunca nos aburrimos!
El pasado martes 24 de noviembre, liberamos 2 garcillas bueyeras y 1 gaviota sombría en Rivas Vaciamadrid. Una de las garcillas ingresó en el mes de septiembre con una fractura de cúbito izquierdo con herida de entrada y salida compatible con un posible disparo. La otra ingresó este mismo mes de noviembre con una pequeña fractura en una costilla y era incapaz de volar.
El sábado 7 de noviembre fue un día de mucha actividad en lo que a liberaciones de animales se refiere: no fueron uno ni dos ni tres... ¡sino cuatro! Este fue el número de ejemplares que abandonaron nuestro centro para volver a disfrutar plenamente de su vida en libertad. Tanta suelta supuso un trajín incesante desde por la mañana hasta última hora de la tarde y para Virginia, nuestra responsable de apadrinamientos, vino a poner la guinda a una semana de mucho trabajo. Pero como ella misma dice: “Sarna con gusto...”