El Colectivo Azaalvaro nos ha enviado esta nota de prensa:
Cualquiera de las fotografías adjuntas aparentemente podría llevarnos a pensar que nos encontramos ante un vertedero, pero se trata de la zona de rechazos de las instalaciones de una Planta de Transformación de Residuos Sólidos Urbanos en la Comunidad de Castilla y León. En plantas como ésta es dónde se realiza el tratamiento y la eliminación de residuos o basuras originados de la actividad doméstica y comercial de ciudades y pueblos.
Lo que además podemos observar en este documento gráfico, son las consecuencias de la implantación del plan de gestión de los residuos sólidos urbanos y de la política de gestión de residuos ganaderos sobre la recogida e incineración de cadáveres animales, ya que ambas inciden de manera negativa sobre la avifauna carroñera ibérica.
Estamos ante una hambruna en nuestra población de aves carroñeras ibéricas, que se encuentran en una nueva búsqueda de un alimento desnaturalizado, víctimas de un sin fin de escollos legislativos y ante la rígida aplicación de normativas surgidas a raíz de la aparición de algunas enfermedades transmisibles en distintas cabañas ganaderas (principalmente Encefalopatías Espongiformes de Transmisión, EET) y por un crecimiento monopolizado de una industria hoy en auge y beneficiada por la actual estrategia de gestión de un recurso natural, la recogida de todas las reses muertas. Todo esto ha alterado un proceso ecológico, trayendo consigo graves problemas para las poblaciones de aves carroñeras, además de una carga económica considerable para muchos ganaderos.
Hoy, el vuelo de estas aves es errático dejándose caer como memorias olvidadas a lugares inmundos, como enseres que llegaron a su proceso último de reciclaje, ya sin uso, en busca de alimento entre la basura. Olvidándonos de su función de agentes sanitarios, soluciones económicas y ecológicas para la eliminación de cadáveres y agentes infecciosos en tiempo de “crisis”; cuya labor supone uno de los procesos principales de transformación energética dentro de su biotopo, representado de manera fehaciente en aquellos lugares “los muladares”, que son el mejor enclave donde conocer los procesos naturales de eliminación de restos orgánicos.
Así, si por un lado se llevan a cabo informes de investigación dentro de la Administración de “posibles” ataques de buitre a animales vivos y se toman muestras de cebos que han podido ser la causa de “posibles” envenenamientos, por otro se obvian cuales van a ser las “posibles” consecuencias de retirar sistemáticamente todos los cadáveres del campo.
Los ganaderos solicitan indemnizaciones por los daños que se vienen produciendo en la cabaña ganadera por ataques de buitres, las asociaciones conservacionistas recuerdan a las administraciones publicas que deben intervenir en la búsqueda de medidas correctoras en determinados parques eólicos que son muy perjudiciales para estas aves, aumentando las colisiones con determinadas alineaciones a consecuencia de la falta de alimento y mientras, se aprueban planes de recuperación y conservación priorizando en especies en peligro de extinción o para realizar estudios ante la baja productividad registrada en algunas colonias de cría. Es paradójica la simultaneidad de la inversión económica por parte de la administración en estudios cuyos resultados ya son previsibles y en apoyar iniciativas que hablan por sí solas de conservación comprometida.
Desde este punto de vista, sería muy útil que en el seguro obligatorio que deben suscribir los ganaderos para deshacerse de los cadáveres generados en sus explotaciones, se contemplara la posibilidad de la retirada de dichos cadáveres para su traslado a muladares controlados. Una variación recogida bajo la actual legislación que, por otra parte, cada vez más aboga por el restablecimiento de métodos sostenibles de gestión. Una medida que ayudaría a mantener el equilibrio natural y que permitiría reducir algunas de las amenazas de conservación más graves que sufren nuestras especies necrófagas ibéricas.
Tambíen en GREFA podemos constatar esta tendencia en los buitres negros, gracias a los ejemplares marcados con transmisor GPS. Valga estas dos muestras de las localizaciones en los vertederos de Colmenar Viejo en Madrid y Urraca Miguel en Ávila.