La muerte de CIGU, nuestro paciente y amigo más emblemático del Hospital, nos recuerda de dónde venimos y dónde estamos ahora mismo en GREFA.
Ahora que termina 2012 y comenzamos a hacer memoria y balances de todo lo acaecido durante el año, no podemos pasar olvidar un hecho que nos llenó de tristeza a todos los que trabajamos en GREFA: la muerte de CIGU, la cigüeña negra que durante más de treinta años se mantuvo con nosotros, especialmente con los profesionales y amigos que coincidimos juntos durante el largo periodo de formación y crecimiento de GREFA.
Hablar de CIGU es hablar de la propia historia de GREFA. Ingresó en nuestras instalaciones al poco de iniciar nuestra andadura. Había sido expoliada del nido cuando era un pollo y ello le produjo una impronta que nos impidió ponerla en libertad. CIGU no se identificaba como una cigüeña negra, sino como un ser humano como nosotros, a quien reclamaba permanentemente la atención. Especialmente con Ernesto, con quien se emparejó en un idilio que duró muchos años. Todas las temporadas preparaban un nido juntos, mientras se cortejaban uno al otro. Aún así, intentamos liberarla hasta en tres ocasiones en Madrid y Extremadura, pero en todas terminó reingresando. En una de estas “liberaciones”, en Monfregüe, nuestra amiga terminó en la cabina de un tractor que se encontraba arando un terreno, solicitando comida. No parecía dispuesta a rebuscar insectos y micromamíferos entre la tierra arada, así que, sin desgastarse una pluma, terminó en las instalaciones de recuperación del ahora Parque Nacional. Se hizo tan famosa que incluso llegó a ser protagonista de un programa-concurso en televisión.
Vio crecer a GREFA a lo largo de más de treinta años y fue testigo de todos los cambios acaecidos, en las instalaciones. CIGU asistió a la profesionalización de GREFA y fue a su vez contemplada por muchos amigos y compañeros, maravillados de su belleza, especialmente de sus tonos irisados en el cuello y del brillante plumaje que mantuvo siempre. También fue protagonista de muchos reportajes, artículos e incluso la portada de varias revistas de naturaleza, entre la que destacamos una fotografía en primer plano, realizada por J.M. Reyero para Quercus nº30 del año 1988. Mientras escribimos este texto, miramos con nostalgia la foto de otra cigüeña negra en la portada del último número de esta revista conservacionista.
Era y fue un recurso para explicar las consecuencias que del proceso de troquelado o “imprinting” sobre la fauna silvestre. Por ello, en los últimos tiempos, la trasladamos a una de las instalaciones del Centro “Naturaleza Viva” de GREFA, para que los visitantes conocieran la historia del más antiguo y entrañable de los animales de GREFA. Esa instalación era su casa que, por cierto defendía con mucha agresividad.
En una ocasión propino un severo arponazo al responsable de un programa de naturaleza, que osó usurpar su territorio y filmarse junto a ella sin pedir permiso alguno. Y eso que estaba avisado de las malas pulgas de Cigu cuando se la importunaba.
Con esta cigüeña negra, tan especial, se marchó un poquito de nuestra historia. Y también, con su mirada y movimientos de cuello, se pierde una pizca de reflexión sobre la belleza de lo natural y la incapacidad del ser humano para apreciarlo.
Con CIGU se nos va un pedazo de GREFA, aunque su recuerdo es un aliciente para seguir trabajando. Y más ahora que la ceguera parece imponerse, haciéndonos retroceder a aquellos tiempos en los que expoliar pollos de cigüeña negra no era siquiera motivo de condena por una sociedad insensible a la conservación de la naturaleza.
Nos abandonó suavemente. Su organismo, ya muy avejentado, no podía más. Una semana antes, sus ojos lo delataban: “Me marcho amigos, ha sido un placer”. CIGU, que sepas que el placer también es nuestro y, como todas las buenas cosas que se quieren, siempre estarás aquí.
Varios medios se han hecho eco de la muerte de nuestra cigü. Destaca la publicada por la revista Quercus que publico en portada en los años 80 un primer plano de cigu.