Lucía es una voluntaria que acaba de vivir la experiencia de echar una mano en nuestro "Proyecto de control biológico de la plaga del topillo", a través de la colocación de cajas nido para pequeñas rapaces depredadoras de roedores. Y no sólo eso: además, nos ha transmitido su crónica y sus fotos sobre lo que han supuesto estos días de trabajo de campo en equipo en las llanuras agrícolas de la comarca de Tierra de Campos, todo un testimonio que queremos compartir a continuación con todos vosotros ¡Muchas gracias, Lucía!
La estancia en el Albergue Municipal de Cuenca de Campos (Valladolid) nos ha permitido disfrutar del avistamiento nocturno de especies como lechuzas comunes, búhos chicos y mochuelos, estos últimos se podían escuchar perfectamente durante la noche e inicio de la mañana. Además, la tenue iluminación de dicho municipio permitía ver con facilidad las constelaciones estelares, pudiendo observar a simple vista la Vía Láctea y planetas como Marte, lo cual también resulta muy atrayente para quienes estamos interesados en el área ambiental y no tenemos la oportunidad de observar todo esto en la ciudad.
Durante el día, la jornada de instalación de cajas nido por los terrenos de Villalón de Campos, aunque ardua en cuanto a ejercicio físico, es una actividad muy gratificante y entretenida, ya que aprendes mucho sobre el tema de la mano de personas con más conocimiento y experiencia en el área. Añado importancia al hecho de que sea un trabajo en equipo, pues te hace conectar y conocer un poco más al resto del voluntariado y profesionales con quienes convives y compartes la actividad, por lo que todo se hace de forma más coordinada, amena y divertida.
Otro matiz positivo a destacar es que en el transcurso diurno de dichas jornadas de trabajo nos ha acompañado un buen clima y hemos tenido la oportunidad de observar varias especies de aves como milanos reales, cernícalos, perdices o avutardas. También hemos visitado el observatorio de la balsa de Herrín de Campos, donde encontramos algunas egagrópilas atribuidas a lechuzas y cernícalos. Y, en cuestión de paisaje, he de señalar que he disfrutado de la visión de unas puestas de sol espectaculares.
Como broche final de la actividad pudimos visitar algunas instalaciones de un centro educativo de interpretación e información sobre las especies autóctonas, el cual ofrece un amplio espectro de imágenes, maquetas y actividades para futuros visitantes, puesto que, actualmente, se encuentra en construcción.
En conclusión, pertenecer al equipo de voluntariado de esta actividad ha sido para mí una práctica emocionante, en la que he podido aprender mucho sobre este proyecto y conocer a gente simpática, interesante y muy comprometida con lo que se hace, así que la parte compleja del esfuerzo físico que requiere queda eclipsada por toda la vivencia positiva que le acompaña.
Repetiré siempre que pueda y animo a cualquier persona interesada en estas labores ambientales o que, simplemente, quiera vivir la experiencia (ya que no es necesario tener formación ambiental para colaborar) a unirse al equipo en futuras concentraciones de este proyecto.