La hembra de águila de Bonelli "Horma" durante su marcaje con un emisor GPS.
La hembra de águila de Bonelli "Horma" durante su marcaje con un emisor GPS.

A veces caemos en el error de pensar que las relaciones afectivas de los animales son sencillas y que para que se forme una pareja basta juntar un macho y una hembra. Nada más lejos de la realidad: el estrecho seguimiento que hacemos de un buen número de águilas de Bonelli en la Comunidad de Madrid y las provincias cercanas así nos lo ha demostrado. Hoy os contamos algunos casos de parejas que no cuajaron.

¡Once parejas de águila de Bonelli! La progresión de esta especie en la Comunidad de Madrid ha sido fulgurante gracias al trabajo de muchos años, pero la tendencia a hablar solo de los emparejamientos exitosos puede llevar al engaño de que esa evolución parezca mucho más sencilla de lo que realmente es. Sin embargo por el camino quedaron escarceos que no llegaron a funcionar, amores imposibles, incompatibilidad de caracteres o la aparición en escena de terceros. Hoy traemos tres ejemplos de esas parejas de águila de Bonelli o perdicera que no pudieron ser.

Magnífica estampa de la hembra "Lubrina", fotografiada sobre una roca en 2021.Magnífica estampa de la hembra "Lubrina", fotografiada sobre una roca en 2021.

En tu casa o en la mía

Uno de los casos más curiosos que hemos tenido fue el de la hembra "Lubrina" y el macho "Torcal". Ambos parecían gustarse, pero cada uno tenía querencia por un determinado territorio y ninguno parecía dispuesto a abandonarlo. De tanto en tanto "Lubrina" conseguía atraer al pretendiente hacia su zona de preferencia, pero al cabo de poco tiempo se cambiaban las tornas y era él quien trataba de arrastrar a ella a sus dominios. Así estuvieron jugando al gato y al ratón durante un tiempo hasta que se cansaron de tanto ir y venir. Para colmo la muerte de "Torcal" por electrocución sentenció definitivamente aquella relación que no había conseguido salvar las distancias.

En la salud... ¿y en la enfermedad?

El caso de la hembra "Horma" y el macho "Baztán" fue bastante distinto. Ellos ya habían llegado al punto de compartir vuelos y territorio, pero su vínculo era todavía muy reciente cuando "Horma" tuvo un percance al colisionar con los cables de unas grandes antenas. Y aunque consiguió sobreponerse, la recuperación le llevó algunos días en los que no pudo seguir el ritmo de su compañero. Eso hizo que las cosas entre ambos se enfriasen, hasta que finalmente ella optó por hacer las maletas y marcharse a la provincia de Guadalajara, donde se emparejó con un apuesto macho alcarreño de águila de Bonelli.

"Baztán" también se volvió a emparejar, concretamente con una hembra de nuestro propio proyecto a la que habíamos puesto emisor cuando todavía era un pollo en su nido de la provincia de Toledo. Pero "Baztán" debe ser lo que llaman un tipo “duro de pelar", puesto que él será también el protagonista de nuestra siguiente historia de desencuentros amorosos, esta vez con su nueva pareja, "Zarza".

Un Agente Forestal de la Comunidad de Madrid fotografía al cadáver del macho "Torcal" tras morir electrocutado.Un Agente Forestal de la Comunidad de Madrid fotografía al cadáver del macho "Torcal" tras morir electrocutado.

Estado civil: divorciados

"Zarza" y "Baztán" han estado emparejados durante casi dos años, siendo una de las once parejas de águila de Bonelli asentadas en la Comunidad de Madrid en la actualidad. Pero a diferencia de las otras, ellos no han llegado nunca a criar durante el tiempo que estuvieron juntos y finalmente en el pasado invierno nos han sorprendido poniendo tierra de por medio y marchando cada uno por su lado. Bien es verdad que no lo han tenido fácil, debido principalmente a la competencia con una pareja de águila real que les disputa desde hace tiempo el espacio vital y les dificulta mucho el lugar de anidamiento. Todo eso ha terminado pasándoles factura y han rehecho cada uno la vida al margen del otro.

El tiempo dirá qué nuevos encuentros y desencuentros nos tienen reservados las águilas de Bonelli, pero de lo que no cabe duda es que no dejan de asombrarnos y cuanto más las observamos más seguimos aprendiendo sobre ellas.

El macho "Baztán", tras ser provisto de un emisor GPS para su seguimiento.El macho "Baztán", tras ser provisto de un emisor GPS para su seguimiento.

Fotografías:
Sergio de la Fuente / GREFA.

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