El águila imperial ibérica, el águila real, el águila de Bonelli, el buitre negro y el buitre leonado son las cinco especies de grandes rapaces que son objeto de proyectos de recuperación impulsados o apoyados por GREFA. Cría en cautividad, reintroducción o reforzamiento de poblaciones silvestres, seguimiento vía satélite y vigilancia de nidos son algunas de las actuaciones que GREFA lleva a cabo con estas especies.
Cereal impregnado con bromadiolona para combatir al topillo, suministrado a los agricultores por la Consejería de Agricultura de Castilla y León, se está diseminando en una zona del sur de Palencia protegida por la Unión Europea por su riqueza de aves, en plena época de cría de éstas. El empleo de veneno en esta zona puede echar por tierra años de ensayos con métodos de control biológico del topillo, en el marco de un proyecto que ha sido financiado por la propia Consejería de Agricultura.
Rapaces como el buitre negro, el águila de Bonelli, el águila imperial ibérica, el milano real, el aguilucho cenizo, el águila real y el cernícalo primilla están entre las especies catalogadas como amenazadas a escala estatal o regional con las que trabajó GREFA en 2013. Cría en cautividad, reintroducción o reforzamiento de poblaciones silvestres, seguimiento vía satélite y vigilancia de nidos son algunas de las actuaciones realizadas el año pasado con estas especies.
Diez buitres negros han llegado hoy a Pirineos para su reintroducción, tras ser trasladados desde el centro de recuperación de fauna de GREFA y haber sido donados en su mayoría por varias comunidades autónomas. Pocos días antes, ONG de España, Francia, Portugal, Bulgaria, Croacia y Macedonia involucradas en la reintroducción de esta especie en Europa se reunían en Madrid a convocatoria de GREFA y de la organización internacional Vulture Conservation Foundation.
Madrid, 14 de febrero de 2014.- Las organizaciones conservacionistas lamentan profundamente el anuncio del Comité Científico convocado por la Consejería de Agricultura de la Junta de Castilla y León, que ha concluido que aunque no haya plaga de topillos, el uso de veneno es admisible en cuanto pasen las lluvias. Según los grupos conservacionistas, no existe información científica que avale esta decisión, que no tiene en cuenta la necesidad de adoptar medidas agronómicas para controlar y reducir posibles focos y además obvia la peligrosidad de la bromadiolona.