A principios de agosto dimos por concluida la campaña de aguiluchos del año 2004 que GREFA ha desarrollado en varias comarcas aguilucheras de Madrid y Guadalajara, dentro del programa nacional que distintas organizaciones estamos realizando en diferentes zonas de la geografía española.
“TRABAJANDO EN LA CONSERVACIÓN DE LOS AGUILUCHOS IBÉRICOS”
En el año 2004 GREFA ha trabajado en TRES zonas aguilucheras, realizando el censo, control y campaña de salvamento en aquellos nidos que iban a verse afectados por la cosecha.
Algunas parejas de aguilucho lagunero utilizan los campos de cereal para localizar sus nidos, por ello y durante la campaña de conservación de aguiluchos cenizos en la Comunidad de Madrid tuvimos que rescatar cinco pollos de aguilucho lagunero durante la cosecha mecanizada del cereal.
La campaña de conservación de aguiluchos que cada año realizamos en el sur de Madrid, provoca que decenas de pollos tengan que ser manejados trasladándolos o retirándolos durante la cosecha mecanizada o bien llevándolos a GREFA donde crecerán para después liberarlos mediante la técnica de hacking.
Las especies del género Circus presentes en España son el aguilucho cenizo (Circus pygargus), el aguilucho pálido (Circus cyaneus) y el aguilucho lagunero (Circus aerogynosus). Las tres especies se encuentran protegidas en toda España y presentan diversos problemas de conservación que conllevan la necesidad de asumir las medidas de protección pertinentes para asegurar el futuro de estas especies.
En este sentido, ha sido puesto de manifiesto desde hace años la importancia de la cosecha mecanizada del cereal sobre la mortalidad de los pollos de aguilucho cenizo y pálido, que son las especies que nidifican en los cultivos de cereal (trigo y cebada principalmente). Este riesgo es mínimo en el caso del aguilucho lagunero, que sólo en ocasiones utiliza estos cultivos como sustrato de nidificación.
Si bien no existen estudios globales sobre el impacto real de las cosechadoras en las poblaciones del aguilucho cenizo y del aguilucho pálido, es patente que existe una mortalidad de pollos de ambas especies debido a las actividades propias de este tipo de maquinaria, al menos en determinados años y dependiendo de la fenología de la recolección del cereal y de la fenología de la reproducción de los aguiluchos, el porcentaje de muertes por cosechadoras y empacadoras es bastante elevado.
Ante esta situación se han venido desarrollando en este país algunas campañas de protección de los aguiluchos, muchas de ellas de continuidad limitada y sin responder a un plan de manejo de la especie, por lo que urge acometer campañas a medio y largo plazo que consoliden todos los esfuerzos por la conservación de estas singulares rapaces tan ligadas al medio agrícola.
El aguilucho cenizo (Circus pygargus) es un ave de presa que desarrolla parte de su vida en zonas esteparias de cultivo, en zonas rocosas o en las ondulaciones de los sistemas montañosos. Se encuentran en el Oeste, Sur, Centro y Este de Europa, estando escasamente representado en toda su área de distribución. Es un ave migratoria que vuela en Agosto y principios de Septiembre al Sur de Europa (España) y hacia Africa, regresando a finales de Abril a sus áreas de cría. Depreda principalmente sobre micromamíferos (ratones, ratillas campestres y topillos), pequeñas aves e insectos. Siempre construye su nido en el suelo, con tallos, ramas de caña y otros materiales que varían dependiendo del sustrato que aporta el tipo de vegetación natural y los cultivos de la zona. Es una de las aves que más han disminuido en Europa en los últimos años. En la Comunidad de Madrid cría al norte, en la ZEPA “estepas cerealistas del Jarama y Henares” y al sur, en la comarca de la Sagra madrileña, principalmente, pudiendo encontrar parejas aisladas al este de la comunidad.
Al igual que el cenizo, el aguilucho pálido (Circus cyaneus) es una especie propia de los campos de cereal, pero a diferencia del anterior es sedentario en la península Ibérica, aunque es migrador en latitudes más nórdicas desde donde migran hacia el sur a finales de agosto, pasando algunos de ellos el invierno en la península.
El aguilucho pálido (se alimenta principalmente de pequeños mamíferos y aves terrestres, así como algunos reptiles y anfibios, crustáceos o insectos. Su periodo de cría se inicia en el mes de abril y abarca hasta el mes de junio, con una puesta de entre cuatro a seis huevos que son incubados por la hembra en los nidos construidos en el suelo de los campos de cereal. En la Comunidad de Madrid cría únicamente en el tercio nororiental, coincidiendo con el áreas de distribución del cenizo al norte, ZEPA “estepas cerealistas del Jarama y Henares”. Se suelen observar individuos en los municipios del suroeste de la Comunidad, pero no hay datos de cría en este zona.
Mecanización del cultivo:
Alteración del hábitat:
Otras causas:
La Campaña para la Conservación de los Aguiluchos se inicia en 1996 cuando las organizaciones AMUS y GREFA, de Extremadura y Madrid, respectivamente, deciden lanzarse a una campaña que abarcará básicamente dos frentes: un trabajo de educación y sensibilización y un trabajo directo (censo, control y actuaciones ante la recolección) con estas especies.
En los tres años siguientes el programa se enriqueció con la incorporación de especialistas en temas agrarios y con naturalistas y biólogos de contrastada experiencia en el trabajo con los aguiluchos. También se sumaron grupos y organizaciones de distintos puntos de la geografía española: CPN Cuenca, ADECAB (Ávila), Mancomunidad del Somontano (Huesca), AFFA (Burgos), TRENCA (Lérida), TYTO ALBA (León), , ESPARVEL (Toledo), Colectivo Ornitológico Cigüeña negra (Tarifa), BEMBEZAR (Extremadura), FIDA (Madrid), GRUS (Extremadura), WWF-Adena, SILVEMA (Málaga) y FONDO PATRIMONIO NATURAL EUROPEO, así como las principales organizaciones agrarias del país: ASAJA, UPA y COAG, aportando el importante papel de los agricultores en la conservación y defensa de unas especies tan dependientes de cuestiones agrarias.
Esta Campaña se lleva realizando en diversos puntos del país por las diversas asociaciones locales y administraciones públicas. En la Comunidad de Madrid, GREFA ha continuado esta Campaña canualmente gracias a las aportaciones de ayuntamientos, organismos públicos implicados en la conservación de la fauna y, en ocasiones, entidades privadas.
Hasta 2011, GREFA ha trabajando con estas especies en el sur de la Comunidad de Madrid gracias a la ayuda de la Dirección del Parque Regional del Río Guadarrama y su Entorno y el Fondo Emberiza.
La labor de GREFA con estas especies en la Comunidad de Madrid no sólo se restringe al salvamento de pollos en la cosecha, sino que además, realiza un trabajo de censo, seguimiento de la productividad, control de parejas y marcaje de pollos y adultos para el total conocimiento de las especies; fenología, migración, dispersión juvenil, etc.
Comprometidos con la problemática de estas especies nos hemos propuesto un programa estratégico en el que haya una representación social lo más amplia posible, porque si existe un aspecto muy evidente es que la conservación de estas especies requiere un firme vínculo de colaboración y apoyo entre agricultores, conductores de cosechadoras, empacadoras, guardería forestal, pastores, asociaciones agrarias, cazadores y, obviamente, grupos conservacionistas.
Así pues, los planteamientos propuestos para la campaña de conservación de los aguiluchos vienen marcados por dos acciones fundamentales:
Este año en colaboración con la Consejería de Medio Ambiente hemos llevado a cabo la campaña de censo y seguimiento de los aguiluchos en la Comunidad de Madrid. Estas singulares rapaces que nidifican en el suelo entre la cobertura que le proporciona el cereal se ven afectadas por la cosecha mecanizada del cereal, por lo que los meses antes hay que localizar las parejas y los nidos para gestionar con los agricultores la posibilidad de dejar un rodal o proceder a la retirada de los pollos cuando éstos son muy pequeños.
Aunque básicamente la metodología de trabajo ha sido la misma que la usada en campañas anteriores, en esta ocasión hemos incorporado el uso de drones con la intención de comprobar su posible utilidad en la mejora del trabajo de campo que se desarrolla con estas especies.
El uso de esta herramienta se fundamenta por una razón principal: evitar que entremos andando al nido durante las primeras fases de puesta, logrando así no dejar marcado el camino de entrada a posibles predadores y, además, reduciendo el riesgo de conflicto con los agricultores al no pisar sus cosechas.
El protocolo de actuación durante la campaña de salvamento de aguiluchos 2016 ha sido:
El acercamiento a los nidos se ha realizado mediante vuelos rectilíneos a una altura máxima de 15 metros, posicionándose el operador del dron en el exterior de la parcela de cereal a la distancia más próxima posible a la ubicación del nido. Se ha tenido en cuenta para buscar dicha posición el hecho de que no existieran obstáculos físicos que salvar durante la ejecución del vuelo, centrando así al máximo la atención en el objetivo del trabajo: los aguiluchos y sus nidos.
Tras un rápido acercamiento, una vez localizado el nido con la cámara integrada del dron, se procedía a un descenso en la vertical hasta alcanzar una altura aproximada de unos 2 metros sobre el terreno, momento en el que se tomaba una fotografía donde quedaba reflejado el número de huevos o pollos de dicho nido y, al mismo tiempo, las coordenadas geográficas del mismo.
Realizado este paso, y con la imagen gráfica en la tarjeta de memoria del dron, se sacaba éste lo más rápido posible de la zona del nido para facilitar la entrada al mismo de las hembras que, como conducta habitual, abandonaban la puesta a medida que el dron se aproximaba a ellas. Esta conducta de abandono de la puesta por parte de las hembras se ha producido mayoritariamente en la fase de descenso del dron una vez localizado el nido, aunque ha habido algún caso en el que ha ocurrido durante la fase de acercamiento al mismo.
Es importante mencionar que el piloto del dron ha contado y debe contar en todo momento con el apoyo de dos personas, una de las cuales verifica el correcto recorrido de aproximación del dron al nido y, la otra, vigila el comportamiento de los ejemplares de la especie ante la presencia de este nuevo intruso aéreo, que en alguna ocasión ha sido vista por las hembras como un posible predador.
Durante esta campaña, GREFA ha querido comprobar con este modelo de trabajo la utilidad o no del mismo, incorporando el uso de nuevas tecnologías a proyectos de conservación de especies. Tenemos la seguridad que organizando el protocolo de actuación de la manera adecuada, será posible controlar con drones en el futuro las puestas y su desarrollo de los nidos de aguilucho cenizo y pálido. El problema reside en que, independientemente de su uso o no, el tiempo de cosecha se adelanta al periodo de desarrollo definitivo de los pollos y sigue siendo necesario la extracción de ejemplares de los nidos para evitar que estos vean abortado su desarrollo por las cuchillas de las cosechadoras.
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